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orígenes de la ópera

Si bien sus raíces se encuentran en el teatro griego -que más tarde diera origen a los dramas religiosos, las mascaradas cortesanas, las pastorales callejeras y los madrigales, entre otros- la ópera propiamente tal nació hacia 1580 en las cortes de Florencia. La diferencia respecto de esas manifestaciones preliminares es que en ellas la música era solo un acompañamiento secundario para el texto, mientras que en la ópera por primera vez se buscó dar expresión a los textos íntegramente a través de la música.

Las presentaciones de ópera en Italia comenzaron efectuándose en espacios cerrados, casas y cortes. Décadas después el espectáculo se abrió al público, lo que marcó un cambio histórico en el género (Pahlem, Kurt. "Ópera en Iberoamérica", en Imágenes de la música iberoamericana. Santander: Fundación Isaac Albeniz, 1992, p. 34), que ejemplifica el Orfeo (1607) de Monteverdi. Hacia el siglo XVII Italia se consolidó como la cuna de la ópera, desde donde se extendió, primero, a Francia, y un siglo más tarde, a Alemania y Austria.

Las óperas en Latinoamérica comenzaron a montarse en las capitales virreinales de México y Lima, dentro de palacios cerrados, antes de que existiesen las salas públicas. En 1778 se inauguró el primer teatro en Buenos Aires, llamado "Casa de las Comedias", con el estreno del Barbero de Sevilla. Algunos espectáculos llegaban a Lima y a Chile según la moda del Palacio de la Zarzuela en España, alcanzando mucho éxito. Hacia 1850 comenzaron a surgir los teatros de ópera propiamente tales en las grandes ciudades americanas, con estrenos montados solo algunos años antes en Italia y otros países europeos. También en esos años en Latinoamérica se fundaron los primeros conservatorios de música, abiertos a todos los habitantes del virreinato, incluidos indios y mestizos (Pahlem, op. cit., p. 35).

Hasta mediados del siglo XIX, en las óperas americanas predominaban las temáticas grecolatinas y todas estaban escritas en lengua italiana. Durante la segunda mitad de esa centuria, algunos compositores innovaron creando las primeras obras en español y portugués e incorporando personajes y argumentos de raigambre local. En 1870, de hecho, nació la primera ópera latinoamericana estrenada y aclamada en Europa: se trató de El Guaraní, del compositor brasileño Carlos Gomes, que representaba la lucha contra los invasores. Esta fue traducida más tarde al portugués desde el italiano, su idioma original. Las tramas de estas obras precursoras abordaron tópicos como la inmolación del héroe o de la heroína por lealtad a los suyos, la exaltación de Colón y el descubrimiento de América (Muguercia, p. 31). En Chile óperas como Lautaro, Caupolicán, y Bernardo O´Higgins, entre otras, siguieron esta línea temática hacia 1900.