En 1942, Ibáñez volvió a presentarse a las elecciones presidenciales, esta vez apoyado por los partidos de derecha, los mismos que había reprimido durante su primer gobierno (1927-1931) y los mismos que habían ordenado la matanza de sus seguidores en la Caja de Seguro Obrero (1938). Paradojas de la historia: esta vez Ibáñez se presentó como el candidato del orden frente a la coalición de centroizquierda que apoyaba al radical Juan Antonio Ríos. La fórmula nuevamente fracasó, y la siguiente vez que se presentara a una elección, diez años después, se mostraría como el salvador del país frente a los partidos políticos. Por supuesto, como sólo le faltaba la izquierda, esa vez fue apoyado por una parte del Partido Socialista.