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modos de vida

A pesar que no es bien conocido el origen de la Cultura Aconcagua, tampoco se han confirmado grandes migraciones o poblaciones colonizadoras desde otras latitudes. Todo parece indicar que su desarrollo recibió influencias culturales de otras regiones, desde el noroeste y centro-oeste de Argentina, del altiplano meridional de Bolivia y el área diaguita. Sus ancestros directos fueron los grupos agroalfareros Llolleo (siglos III-XI), asentados desde inicios de la era cristiana en Chile central.

Entre los distintos restos arqueológicos que se han excavado en sus cementerios y sitios habitacionales, las piezas cerámicas o vajilla culinaria son los objetos que mejor nos permiten conocer el modo de vida de la Cultura Aconcagua (p.e., ollas, platos, jarros). Los estudios han determinado que las alfareras o alfareros Aconcagua utilizaron conocimientos especializados en esta materia, y probablemente poseían canteras conocidas y fijas donde recoger las arcillas y los antiplásticos que permitían la elaboración de una estandarizada y homogénea pasta de color anaranjado o salmón. Aquellas arcillas de tonalidad roja poseían una alta cantidad de fierro, mientras aquellas de tonos oscuros y negros utilizaban arcillas con altos índices de fierro y cobre.

Otras industrias conocidas en la Cultura Aconcagua son los artefactos elaborados con gran maestría en huesos largos de camélidos, como punzones y torteras para el hilado de lanas. En cuanto a los artefactos de piedra, se conocen toscos cuchillos o lascas de filo vivo en distintos tipos de rocas; también raspadores, raederas, instrumentos de molienda, pequeñas puntas de proyectil triangulares elaboradas en cuarzo, obsidiana, andesita, calcedonia, pulidores de cerámica, piedras planas de arenisca, cuentas rectangulares de mica y otras circulares de piedra, pesas para redes y guijarros o chopes para el desconche de moluscos.