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La Filosofía Positivista

El positivismo fue una de las más importantes corrientes filosóficas difundidas en Europa a fines del siglo XIX e inicios del XX. Obtuvo protagonismo en el denominado "debate epistemológico" -sostenido entonces entre los representantes de las ciencias naturales y los de las ciencias del espíritu o ciencias humanas- al pretender imponerles a éstas últimas el modelo de ciencia y el criterio de verdad propio de las primeras, de marcado carácter empírico- formal.

Sostenía pues, entre otras cosas, que el único auténtico conocimiento o saber es el científico y obtuvo sus fundamentos del modelo empírico-formal heredero de la racionalidad moderna. Es decir, de los aportes de la visión de mundo de Galileo y de la Ciencia Nueva y del racionalismo cartesiano.

Sus principales postulados se pueden resumir en:

1- Todos los saberes, todas las disciplinas debían confluir, en cuanto a organización, en una sola ciencia: la física.

2- Todos los saberes, todas las ciencias debían trabajar operativamente con un método único de investigación.

3- La realidad, lo real, "lo positivo", eran los objetos que aparecían ante el sujeto cognoscente. La ciencia debía trabajar descubriendo la estructura causal de dichos fenómenos y debía elaborar cadenas de enunciados formalizados que constituyeran leyes y teorías lo más simples posibles, para dar cuenta de los procesos acontecidos en el mundo de la naturaleza.

4- El conocimiento científico era objetivo, de acuerdo al modelo epistemológico de marcado carácter empírico-matemático. Es decir, se valorizó y se incentivó la confianza en la capacidad del hombre para conocer lo real, a través del desarrollo de la ciencia, con prescindencia de la presencia de cualquier tipo de componente subjetivo que pudiera intervenir en dicho proceso.

5- Se preconizó la idea de que el desarrollo y culminación de la ciencia positiva era concomitante al progreso político, cultural y económico de la sociedad.

6- Se prefiguró una comprensión mecanicista y funcionalista de las organizaciones y fenómenos sociales, de acuerdo al modelo epistemológico propio de las ciencias naturales. De ahí el hecho de que la ciencia más importante fuera la sociología, entendida como una ciencia física social.

Por otra parte, la ética y la política positivista, también herederas del pensamiento de la Ilustración, tendieron a manifestar, en su doble tendencia conservadora y liberal, una especial preocupación por la institución de la ley, la educación, la historiografía y el derecho, entendidos como los principales promotores del progreso de los pueblos en vistas a la consecución de la felicidad del género humano en el estado positivo.