Subir

Reforma ortográfica de Domingo Faustino Sarmiento

Durante la década de 1840, la preocupación por el desarrollo de la educación en Chile motivó la creación de la primera Escuela Normal de Preceptores, encargada de la formación de los profesores y, posteriormente, la fundación de la Universidad de Chile, institución responsable de la dirección de los colegios estatales.

En este contexto, Manuel Montt (1809-1880), Ministro de Instrucción Pública del gobierno de Manuel Bulnes (1799-1866), solicitó a Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) un informe sobre los métodos utilizados y conocidos en Chile para la enseñanza de la lectura (Narvaja, Elvira. "Marcar la nación en la lengua: la reforma ortográfica chilena (1843-1844)". Ámbitos. Número 16, 2006, p. 43).

En el proceso de investigación de estos métodos y, posteriormente, en la elaboración de un silabario o cartilla para las escuelas primarias, Sarmiento identificó la necesidad de una reforma ortográfica tras observar, por un lado, la convivencia en Chile de diferentes sistemas de escritura y, por otro, la utilización en el proceso de alfabetización de una ortografía basada en los criterios dictados por la Real Academia Española de la Lengua, que privilegiaban la etimología de las palabras y su uso, plasmado principalmente en libros. Ambos factores, según Sarmiento, dificultaban el aprendizaje de la lectura y la escritura, en especial, de aquellos sectores sociales no pertenecientes a las elites.

Considerada esta situación de "anarquía ortográfica", Domingo Faustino Sarmiento propuso en su "Memoria sobre ortografía castellana", presentada ante la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile el 17 de octubre de 1843, basar la ortografía en la pronunciación americana de las palabras, pues esta difería de la utilizada en España, desconociendo la autoridad de la Real Academia, ya que sus criterios no eran directamente aplicables a la realidad americana.

Siguiendo el criterio de la pronunciación, por el cual cada letra debía representar "solo un sonido y viceversa" (Sarmiento, Domingo Faustino. "Memoria sobre ortografía americana". Anales de la Universidad de Chile, 1846, p. 186-187), la propuesta de Sarmiento consistió, específicamente, en la supresión del alfabeto de la "h" por muda; la "v" y la "z" por no representar un sonido diferente al de la "b" y la "s"; y de la "x", pues su sonido podía representarse con la combinación "c" y "s" o "g" y s". Además, limitó el uso de la "c" unida a las vocales "a", "o" y "u", reemplazó la "g" por "j" en combinación con la "e" y la "i". Propuso, además, el uso de la "y" solo en su posición de consonante (Sarmiento, p. 185).

Así, presentó un alfabeto de 23 letras, algunas con los mismos nombres que propusieron en 1823 Andrés Bello (1781-1865) y Juan García del Río (1794-1856) pero en un orden "supuestamente nemotécnico" para facilitar el aprendizaje de la lectura (Contreras, Lidia. Historia de las ideas ortográficas en Chile. Santiago: DIBAM, 1993, p. 35). Además, planteó una serie de cambios paulatinos dirigidos a la prensa y a la escritura de los manuscritos, en la medida en que se formaran los "nuevos ábitos de ortografía" (Sarmiento, p. 189).

Luego de la lectura de la "Memoria", la comisión de la Facultad de Filosofía y Humanidades decidió deliberar sobre las ideas y ofrecieron publicarla, pero Sarmiento la editó por su cuenta. La propuesta de reforma generó un debate en la prensa, incluso antes de que apareciera a la luz pública, pues uno de los informantes, el español Rafael Minvielle (1800-1887), manifestó reparos a su discurso en El Progreso (1842-1853), por el tono "virulento" hacia España en el que estaba escrita y por considerar que la ortografía de Sarmiento basada en la pronunciación implicaba una "independencia rotunda" con la península. A partir de este texto, Sarmiento escribió siete cartas al intelectual en La Gaceta del Comercio (1842-1847), en las que indicó que "no habría ningún perjuicio si se produjera una ruptura con España, al implantarse una nueva ortografía" (Contreras, p. 41).

Posteriormente, continuaron los debates en La Gaceta del Comercio, El Progreso y El Mercurio de Valparaíso (1827-). El 25 de abril de 1844, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile publicó un oficio en el que se favorecía el criterio de pronunciación de Sarmiento. Sin embargo, consideró que esta reforma traería grandes inconvenientes debido al sistema ya "arraigado" en las personas; las complicaciones prácticas que sufrirían las obras al circular en otros países, pues habrían problemas de comunicación; y, por último, porque la Universidad, como institución, no contaba con los medios para ir en contra de la costumbre e "imponer su convicción" (De la Barra, Miguel. "Ortografía". Anales de la Universidad de Chile, p. 130). No obstante, la Universidad propuso una reforma, pero que consideraría solo algunas de las ideas de Sarmiento e integró varias de las anteriormente propuestas en la década de 1820 por Bello y García del Río. Este sistema se convirtió en la ortografía nacional y fue aplicado "en seguida en la Universidad, en el Instituto Nacional y en colegios y escuelas. Se imprimieron con ella nuevos manuales de enseñanza. Algunos periódicos la adoptaron en sus tiradas y hasta tuvo proyecciones en el extranjero", aunque algunos medios chilenos no la utilizaron (Rosenblat, Ángel. "Las ideas ortográficas de Bello". Obras completas de Andrés Bello. Volumen V. Caracas: Ediciones del Ministerio de Educación, 1951-1969. p. CXVI).

Las discusiones en favor de una u otra propuesta de reforma continuaron durante 1844 y 1845 en la prensa, debate en el que también participó Andrés Bello apoyando la reforma de la Universidad de Chile, de la que era rector, en El Araucano.