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La ortografía americana de Juan García del Río y Andrés Bello

En 1823, el colombiano Juan García del Río (1794-1856) y el venezolano Andrés Bello (1781-1865) publicaron, en el primer tomo de la revista editada en Londres La Biblioteca Americana (1823), el texto "Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar y uniformar la ortografía americana". En este artículo, propusieron una reforma que simplificara la ortografía usada por los americanos hablantes de castellano, idea que abrió un debate -que se extendió por alrededor de un siglo en el continente- sobre el sistema de escritura que debía utilizarse en América en su relación de dependencia lingüística con España.

A inicios de la década de 1820, Andrés Bello y Juan García del Río desempeñaban en Londres cargos representativos para los gobiernos de Chile y Perú, respectivamente; en diálogo con otros intelectuales americanos residentes en esta capital, quienes estaban preocupados por desarrollar el pensamiento en las nuevas naciones, publicaron la Biblioteca Americana y El Repertorio Americano (1826-1827). Ambas revistas fueron pensadas para ser "distribuidas en América y para los americanos" y venían "a pulir y perfeccionar la causa emancipadora a través de la palabra, formando y cimentando una realidad moral e ideológica" (Ramírez Delgado, María. "La Biblioteca Americana y El Repertorio Americano: una propuesta de ideal social". América. Número 41, p. 2012, p. 118). Bello dialogó, además, con otros intelectuales españoles residentes en Londres, como Bartolomé José Gallardo (1776-1852) y Antonio Puigblanch (1775-1840), quienes habrían estimulado sus ideas de reforma (Rosenblat, Ángel. "Las ideas ortográficas de Bello". Obras completas de Andrés Bello. Caracas: Ediciones del Ministerio de Educación, 1951-1969. Volumen V, p. C-CI).

Reconocida la lengua -en el contexto de independencia y formación de las naciones americanas- como una fuerza unificadora, la reforma de García del Río y Bello surgió como una respuesta a dos dificultades. Por un lado, con el fin de evitar la disgregación lingüística en el continente y, por otro, para unificar y dar cuenta de manera efectiva de la ortografía americana, frente a la promovida por la Real Academia Española de la Lengua, que utilizaba criterios como la etimología y el uso de las palabras para determinar su escritura, sin considerar las particularidades lingüísticas de América.

Entre estas reglas los autores cuestionaron, en particular, que existiera más de una letra para representar un mismo sonido -la "c" y la "q"; la "g" y la "j"- y que otras fueran mudas, como la "h" y la "u" a continuación de la "g" en combinación con "e" y la "i".

Ante este panorama, García del Río y Bello consideraron la pronunciación como único criterio pertinente para establecer la ortografía; es decir, su propuesta tuvo como fundamento un criterio fonético por el que cada letra debía representar un fonema: "A cada sonido elemental corresponda invariablemente una letra, y a cada letra corresponda con la misma invariabilidad un sonido" ("Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar la ortografía en América". La Biblioteca americana. Número 1, 1823, p. 56).

La propuesta de Bello y García del Río, sin ánimo de entablar polémicas con los españoles, no buscaba instaurar una ortografía privativa de América, sino que se inscribía en la gramática castellana como una inflexión específica para los americanos. Este carácter moderado de su propuesta que, además, estaba pensada para ser implementada de forma paulatina, en dos etapas, obedecía, primero, al arraigo del castellano usado en la comunidad hispana y a que "la ortografía española gozaba de gran prestigio entre las personas instruidas de ambos continentes, quienes se mostraban orgullosas de ser depositarias de ese precioso patrimonio cultural" (Torrejón, Alfredo. "La reforma ortográfica de Bello y la estandarización del español americano". Boletín de Filología. Volumen 31, número 1, 1980, p. 477).

En 1827, ante las críticas que recibió la propuesta de reforma por no considerar los criterios etimológico y de uso, Bello publicó en El Repertorio Americano un artículo en el que reafirmaba que su propuesta se planteó en consonancia con las reformas ya realizadas por la Real Academia, insistiendo en que la pronunciación era el único criterio pertinente para la ortografía y, en consecuencia, que no correspondía a ninguna institución atribuirse la autoridad respecto a la lengua, pues su tarea debía "ceñirse a exponer sencillamente cuál es el uso establecido en la lengua, y a sugerir las mejoras de que le juzgue susceptible, quedando el público, es decir, cada individuo, en plena libertad para discutir las opiniones del instituto, y para acomodar su práctica a las reglas que más acertadas le parecieren" (Bello, p. 55-56).

Estas ideas, no obstante, encontraron resistencia en la comunidad culta hasta mediados de la década de 1840, cuando la reforma propuesta en 1823 volvió a ser considerada en las ideas ortográficas de Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888).