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Alejandro Malaspina (1754-1810)

La llegada de las expediciones científicas a la costa meridional de Sudamérica fue común durante el siglo XVIII. Durante este período, las coronas de Inglaterra, Francia y España promovieron expediciones para conocer, explorar y estudiar los territorios americanos.

La expedición liderada por el navegante italiano Alejandro Malaspina, entre los años 1789 y 1794, fue la más importante financiada por la española; por los recursos invertidos en ella, su extenso itinerario y duración, y la gran cantidad de información que recopiló sobre las colonias de ultramar. Uno de sus objetivos fue conocer el territorio americano y las posesiones coloniales de España. Por esto, Chile no fue un objetivo particular en la expedición de Malaspina. Su paso por este territorio, que era valorado como la frontera austral del imperio español, "representaba una escala más" en su recorrido (cf. Sagredo, Rafael y González, José Ignacio. La expedición Malaspina en la frontera austral del imperio español. Santiago: Editorial Universitaria, 2004).

La expedición estuvo integrada por marinos y oficiales como Felipe Bauzá (1764-1834), quien fue el cartógrafo de la expedición. Además, contaron con modernos instrumentos, que les permitieron llevar a cabo observaciones astronómicas y cálculos matemáticos para ejecutar sus trabajos.

El paso de la expedición por Chile fue relatado por Alejandro Malaspina en el texto Viaje político-científico alrededor del mundo, donde señaló que visitó lugares como Arica, Coquimbo,Valparaíso, Concepción, Chiloé, Tierra del Fuego y la Patagonia. A raíz de su paso por el país, los integrantes de la expedición generaron una importante documentación cartográfica sobre el territorio chileno. Pese a que esta se compone principalmente de levantamientos hidrográficos, también hicieron levantamientos de cartografía terrestre. Uno de ellos dio como resultado la Carta esférica de la parte interior de la América meridional para manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires, el que fue realizado en 1794 y cuyo levantamiento fue encargado a los oficiales Felipe Bauzá y José Espinoza y Tello (1763-1815).

Los habitantes de los territorios visitados por la Expedición Malaspina jugaron un rol importante en los levantamientos, al aportar con sus conocimientos a las representaciones y caracterizaciones que los científicos hicieron de las posesiones del imperio español (cf. Sagredo, Rafael y González, José Ignacio. La expedición…). Esta característica quedó reflejada en el documento Noticias etnológicas sobre los antiguos patagones: recogidas por la expedición malaspina en 1789, que contiene apuntes etimológicos sobre los patagones, recopilados por miembros de la expedición.

La cartografía realizada por la expedición Maslapina contó con una base científica, apoyada en el método de triangulación geodésica, que le permitió establecer las coordenadas geográficas del territorio con precisión. Por ello, y debido a la escasez de mapas y planos del territorio chileno, sus estudios también fueron utilizados en el siglo XIX. Por un lado, las autoridades acudieron a ellos para resolver conflictos limítrofes y, por otro, científicos como Claudio Gay (1800-1873) y Amado Pissis (1812-1889) los utilizaron para elaborar sus trabajos cartográficos.