Teófilo Cid desde temprana edad sintió inclinación por la literatura: "Hace muchos años, no tenía doce aún, se me ocurrió meterme al escritorio de mi padre, ferroviario antiguo, propietario de una máquina de escribir, y me di cuenta que había que aprovecharla. Me puse a escribir como un loco. Como un loco lo sigo haciendo todavía" (Muñoz V., Josefina. "Teófilo errante y mágico", Pluma y Pincel, (170): 34-35, 1994).

Dicho interés por las letras lo manifestó por primera vez durante su época escolar, cuando comenzó a escribir poesía. Su apertura literaria lo acercó a otros dos poetas, compañeros suyos de escuela: Braulio Arenas y Enrique Gómez Correa, de quienes se hizo gran amigo.

A los 18 años, ya con una obra inédita voluminosa, concursó con uno de sus poemas en el certamen Juegos Florales celebrados en Talca, obteniendo el primer lugar.