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Las lecturas de novelas

Leyó cuando pequeño folletines de Montepío, Carlota Braemé, Emilio Richeborug, Luis de Val, entre otros. Pero también su voracidad de lector lo condujo a otras obras más reconocidas. A los doce años ya había leído la Historia General de Chile, de Barros Arana. Luego, en el Instituto Nacional tuvo la oportunidad de conocer a Zolá, Tolstoy y Balzac. Sin embargo, lo que más recordaría Luis Durand muchos años después son esos momentos de lectura en el pueblo: "Mientras tanto hervía la tetera y un grato olor a azúcar quemada y a cedrón aparecía por la habitación. Afuera llovía a torrentes y cuando nos volvíamos de aquella casa, yo me aferraba a la mano de mi madre que usaba unos grandes zuecos y un ancho paraguas, pensando en la deliciosa compañía de aquellos seres con los cuales había convivido horas inolvidables" (Muñoz Lagos, Marino. "Los niños y los libros", La Prensa Austral (Punta Arenas), 13 de marzo, 1979, p. 3).

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