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Misión Klein Saks

Durante la década del cincuenta, en gran parte de los países de América Latina se hizo evidente el carácter limitado del modelo de desarrollo adoptado luego de la crisis de 1929, conocido bajo el rótulo de "estatismo keynesiano". Este estilo de desarrollo se sostuvo en un modelo de industrialización por sustitución de importaciones (conocido como modelo ISI), y perseguía la industrialización nacional a través del fomento estatal en las principales áreas económicas. Sus principales problemas a mediados de siglo se manifestaron en los déficit de la balanza de pagos y de divisas, y en el desequilibrio entre la urbanización y la producción agrícola.

Con el fin de establecer un diagnóstico que permitiera corregir los problemas económicos, el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo contrató la asesoría de un grupo de expertos norteamericanos: la Misión Klein-Saks, cuyos miembros contaban con altos cargos en la banca norteamericana. Si bien en un comienzo este grupo tuvo la tarea de proponer políticas para estabilizar la moneda y controlar la inflación, finalmente llegó a ser un programa global de transformación económica. Cabe destacar que el diario El Mercurio promovió desde el comienzo la llegada de la misión Klein-Saks, siendo Agustín Edwards Budge su principal gestor y promotor. Así, en el editorial de El Mercurio del 03 de julio de 1955 se señaló que los técnicos de la misión: "vendrían, sin prejuicios de ningún género, a examinar objetivamente lo que hay que hacer para reorganizar el país económica, financiera y administrativamente" (Sofía Correa. "Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal en Chile (1955-1958)", pág. 131).

Las conclusiones de la misión sintetizaron que "Chile estaba sufriendo las consecuencias de consumir más de lo que producía" (Sofía Correa. "Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal en Chile (1955-1958)", pág. 133). En consecuencia, las principales recomendaciones fueron: reducir el déficit fiscal y limitar el crédito bancario al sector privado (para reducir la inflación); eliminar los reajustes automáticos de sueldos y decretar la libertad de negociación de remuneraciones; eliminar el sistema que fijaba múltiples tipos de cambio; aumentar las importaciones y diversificar las exportaciones; atraer capitales extranjeros; eliminar los controles de precios; y reformar el sistema tributario.

Aún cuando las propuestas de la misión Klein-Saks no fueron apropiadas en toda su magnitud por los partidos políticos de aquel entonces, se puede señalar que tanto la asistencia de estos consultores, su difusión y defensa durante el período, demuestran que la restauración neoliberal ya contaba en el país con bases sociales importantes, sobre todo en los sectores económicos agrupados en torno a El Mercurio.