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Baraja de Chile (1946)

Oreste Plath (1907-1996) abarcó temas variados en sus investigaciones acerca del folclor chileno: mitos y leyendas, gastronomía, juegos, creencias y voces populares, entre otros. Ese camino inició con la publicación de Grafismo animalista en el hablar del pueblo chileno (1941) y continuó en 1943 con su participación en la Asociación Folklórica Chilena y la publicación -por medio de la editorial Zig-Zag y con portada de Mauricio Amster (1907-1980)- de Baraja de Chile (1946), libro de recopilación y estudio de frases del lenguaje popular que dio cuenta de un amplio conocimiento del territorio nacional, sus sujetos y la diversidad de sus expresiones.

Según Plath, su obra "es un naipe, es un mazo que se talla cortando aspectos populares en conformidad con la experiencia ajena y la personal. No es un libro de folclor estrictamente especializado, pero es relativo al folclor y creo que servirá efectivamente al que desee conocer algunas cartas humanas y populares de este pueblo" (Plath, Oreste. "Presentación". Baraja de Chile. Santiago: Editorial Zig-Zag, 1946, p. 7).

Baraja de Chile está constituido por 22 apartados en los que se abordan atmósferas y espacios populares como cantinas, chinganas, fondas, ramadas, cementerios, parques, etc., así como personajes antiguos y modernos del imaginario urbano -como en el texto "Visión humana de Chile"-, sus voces, pregones y otras formas del habla como sobrenombres, tallas, piropos, además de su relación existencial y lingüística -materializada en diversas voces populares- con animales como perros, bichos, reptiles, roedores, chanchos, bovinos, caprinos y ovinos, pues "el hombre criollo de esta tierra está animado por un amor entrañable a los animales" (Plath, p. 179).

De estos personajes populares -vendedores ambulantes como el esterero; personajes atípicos como "la vieja de las obleas"; vendedores de tablas (planchado, póker, portátiles para enfermos); vendedores de maní, barquilleros y vendedores de dulces- el libro rescata y recopila sus voces y pregones.

Asimismo, Baraja de Chile aborda un ámbito novedoso para la época al dar cuenta de la riqueza lingüística popular que se manifestaba en sobrenombres, alias y apodos, pues, según la apreciación del autor: "Hay una facultad que capacita al pueblo chileno para proyectar apodos, apelativos zoomórficos. Este sentido inspirador lo hemos recogido en motes asignados a los maleantes; en 'humanizaciones' del animal, como son los casos de los hombres de 'aguante'; en nombres de negocios y parajes; prostíbulos y pupilas; en políticos; deportistas; estudiantes y familias zoólatras que existen en varios pueblos de Chile" (Plath, p. 117).

Respecto de su recepción inmediata, la primera edición de Baraja de Chile fue leída con entusiasmo por la prensa. Estas críticas resaltaron especialmente su dimensión de rescate "de nuestros mitos y supersticiones", según la visión de Chela Reyes (1904-1988), pues, "alumbrados por la gracia del alma popular y correteados de cerca por las tallas y piropos, vamos entrando insensiblemente al corazón de nuestra alma popular, respirando con los pulmones de un Chile misterioso a veces, otras transparente de gracia y salud" (Reyes, Chela. "Baraja de Chile por Oreste Plath". La Nación. Domingo 4 de agosto de 1946, p.2). Así como fueron saludados los "nobles objetivos" de la obra de Plath, que "nos hace conocer y amar el alma del pueblo y nos entrega un nuevo sentido de la chilenidad y de lo auténticamente nacional, que casi siempre es tan poco apreciado por nosotros y, en cambio, tan valorado por los de afuera" (W. "Baraja de Chile interesante obra folklórica de Oreste Plath". Revista de la Marina Mercante Nacional. Valparaíso, número 52, mayo-junio de 1946).

En este sentido, Jacobo Danke (1905-1963) -ante un panorama en el que percibía la "chilenidad" como puesta en riesgo por una cultura híbrida y extranjerizante-, la publicación de Baraja de Chile representó un hito de importancia: "En realidad, Baraja de Chile es una carta jugada contra el olvido en que yacen la mayoría de las cosas de nuestra tierra. Poco a poco, vamos perdiendo el sentido de nuestra chilenidad, estamos abocándonos a una hibridación que amenaza con absorber absolutamente los restos de nuestro pasado, de nuestra ascendencia como país de extraordinaria conformación y de bizarro genio. (…) Mientras el resto de las naciones americanas se esfuerza por conservar intacta la herencia de sus expresiones autóctonas, de sus modalidades típicas, de la médula que las distingue como colectividades de hondo enraizamiento, nosotros nos complacemos en ignorar las nuestras. Es una de las tonalidades que abarca nuestra tradicional tendencia extranjerizante" (Danke, Jacobo. "Viaje por la columna vertebral de Chile". La Nación. Santiago, 11 de agosto de 1946, p. 2).

Desde otro punto de vista, Juan Uribe Echevarría (1908-1988) indicó que "la mayor parte" de los ensayos sobre folklore incluidos en Baraja de Chile fueron "publicados antes en la revista Hoy, y en Boletines de la Revista de Educación Física", para inmediatamente valorar la recopilación y rescate del "lenguaje popular chileno": "Con una tenacidad de lujo, Plath logra presentarnos un Chile algo exagerado -a primera vista- a fuerza de color. Y, sin embargo, ahí encontramos una suma auténtica de 'dichos', costumbres y metáforas populares. Cada punto de vista del estudioso aparece corroborado con la mayor cantidad de ejemplos posible. Las huellas que en el idioma han dejado las costumbres buenas o malas de los chilenos han sido cuidadosamente anotadas por el autor en un inventario que es difícil no suponer completo. Plath fija algunos aspectos del lenguaje popular chileno en estos últimos 30 años y ningún estudioso del futuro podrá prescindir del aporte contenido en su Baraja" (Uribe Echevarría, Juan. "Baraja de Chile". Antártida. Junio-julio de 1946, p. 89).

La segunda edición de Baraja de Chile fue publicada en 1998 por medio de la editorial Grijalbo con "un prólogo del Académico de la Lengua Juan Antonio Massone", en "un volumen de 188 páginas" (Filebo. "Oreste Plath, 'Baraja de Chile'". Las Últimas Noticias. Santiago, 3 de agosto de 1998, p. 68). Respecto de su recepción en prensa, esta nueva edición de la obra de Plath fue destacada por Hernán Poblete Varas -antes que por su dimensión identitaria- por su carácter recopilatorio de las "riquezas más visibles y audibles de la vida y las costumbres de una comunidad y las infinitas mutaciones que ellas ofrecen en un territorio tan largo y lleno de variables como es el nuestro" (Hernán Poblete Varas. "Baraja de Chile". El Mercurio. Santiago, 25 de julio de 1998, p. 7). Asimismo, esta segunda edición fue encomiada por su atención al lenguaje, que Oreste Plath utilizaba -según Roberto Merino (1961-)- como "material de primera mano: la chilenidad está aquí rastreada en las palabras" (Merino, Roberto. "Tallas de último minuto". Hoy. Santiago, número 1093, 6 de julio de 1998, p. 59).


Cápsula desarrollada en colaboración con la Sociedad de Folclor Chileno.