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Artista plástica

La inquietud artística de Violeta Parra era ilimitada. Su incursión en distintas técnicas plásticas lo demuestra. Si bien su trayectoria era eminentemente musical, también desarrolló otras vetas artísticas como arpillería y artesanía en greda y alambre, con las que alcanzó reconocimiento mundial.

Desde niña Violeta Parra ayudaba a su madre en sus labores como costurera. El contacto con materiales como géneros, lanas e hilos de múltiples colores, fue una riquísima fuente de posibilidades expresivas que la autora exploró posteriormente.

A fines de los años 1950 entabló amistad con la ceramista Teresa Vicuña, con quien realizó sus primeras figuras en greda. Sin embargo, el aliciente para su labor sería una de las numerosas enfermedades que padeció. En 1959 contrajo una fuerte hepatitis, lo que la obligó a permanecer en cama cerca de 8 meses, período en el cual descubrió y desarrolló su afición por las arpilleras; estos bordados, plenos de ingenuidad y naturalidad propia de su origen humilde, paulatinamente obtuvieron una valoración de parte de la crítica. Tanto fue así que sus numerosos trabajos le permitieron participar de la primera Feria de Artes Plásticas, auspiciada por la Municipalidad de Santiago y que se realizó en las orillas del río Mapocho, cerca del Museo de Bellas Artes, el mismo año 1959.

Alrededor de 1963, sufrió una recaída de su enfermedad, lo que la postró nuevamente en cama. Con el cuidado de su pareja Gilbert Favre, ahora instalada en Ginebra, Suiza, dio curso a su inagotable creatividad plástica confeccionando numerosas arpilleras y esculturas en alambre y greda. Con este material, y luego de un gran esfuerzo de gestión, logró exhibir en París, desde el 18 de abril hasta el 11 de mayo de 1964, en el Pabellón Marsan del Museo de Artes Decorativas del Louvre. Fue la primera vez que un artista chileno obtenía dicho merecimiento, y la oportunidad en que una manifestación artística popular latinoamericana ocupaba el mismo espacio que tenían obras clásicas de la plástica universal.

Con el tiempo, su obra fue considerada como una de las más auténticas e innovadoras manifestaciones del arte popular chileno.

En el año 2008 se creó en el Centro Cultural Palacio la Moneda la Sala Violeta Parra, donde se expone una selección de sus trabajos en arpillera.