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discursos a favor o en contra de esta nueva tecnología

El ferrocarril fue uno de los emblemas de la ideología del progreso que impulsó el período de modernización en Chile y como tal, estuvo sujeto a las opiniones y críticas de políticos, intelectuales y artistas de la época.

Vicente Huidobro utilizó la figura del tren en su poema Ecuatorial, asumiendo una "voz moderna" que dialoga con su entorno material y crea imágenes sin prejuicios del ferrocarril, destacando su dinamismo y carácter vital.

El discurso liberal valoró esta tecnología como agente civilizador que traería "el bienestar de los pueblos" y subrayó las ventajas para el desarrollo económico del país, así como destacó la posibilidad de democratizar el acceso al transporte, conectar el territorio y permitir todo tipo de viajes. Jenaro Prieto en su crónica "Presidente Maquinista" expone las palabras de Arturo Alessandri al inaugurar una nueva vía de tren: vestido de "over-all", promete la eliminación de las barreras sociales e invita a subir a los vagones montado en la locomotora, diciendo: "¡Aquí no hay diversidad de clases! Da lo mismo «primera» que «tercera»." (Prieto, Jenaro. Pluma en ristre, p.190). Sin embargo, en las diversas "clases" de vagones se denunciaría la prevalencia de "privilegios antidemocráticos" que desmienten las promesas de igualdad promulgadas en el discurso de Alessandri.

Joaquín Edwards Bello, en su crónica "Viajando hacia el sur en nuestros ferrocarriles", reconoce la comodidad y buen estado de los ferrocarriles chilenos, pero explicita su molestia por "la ausencia de política económica" (Edwards Bello, Joaquín. Crónicas reunidas, p. 97) para administrar y regular los servicios ofrecidos por esta empresa. Edwards Bello visualiza en el funcionamiento viciado del ferrocarril -donde la gran mayoría viaja con pases gratuitos y en vagones de excesivo e innecesario lujo- una aplicación desvirtuada de las políticas liberales, que en lugar de contribuir a educar y mejorar el bienestar de la nación, significa un "despilfarro" de los recursos del Fisco, que finalmente son "retirados indirectamente de los bolsillos de nosotros contribuyentes" (op.cit., p. 99). Asimismo, en la novela de costumbres políticas, La Academia Político-Literaria de Daniel Barros Grez aparecen una serie de discursos emitidos por personajes de la clase alta que perciben cierta desproporción en el destino de los dineros fiscales, ya que la construcción de vivienda social o "barrios obreros" ha sido desplazada por la preponderancia del ferrocarril.

El mismo Jenaro Prieto, en otra crónica titulada "Una empresa original", argumenta que la Empresa de Ferrocarriles está más preocupada de sus propios empleados que de los usuarios y hace explícita la molestia ciudadana por las altas tarifas y los accidentes. De ello se desprende un dilema propio de la modernización industrial: el conflicto entre naturaleza y tecnología. El ferrocarril no solo puede dañar a los seres humanos a causa de los accidentes, sino que también irrumpe con violencia en el medio natural. En el silencio del campo y de la vida retirada, se percibirá a los trenes como invasores hostiles, ruidosos y molestos. Así ocurre en Ideal de una esposa de Daniel Barros Grez, Mercedes Urízar de Luis Durand, Las islas nuevas de María Luisa Bombal y Hojas Caídas de Inés Echeverría Larraín.