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Waldo González Hervé (1933-)

Waldo González es una figura crucial en el desarrollo del diseño en Chile, tanto por su trayectoria docente como por su trabajo gráfico.

Estudió medicina en la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba (Bolivia), estudios que abandonó por motivos económicos. En 1954 ingresó a la Escuela de Artes Aplicadas, donde se desempeñó como ayudante de la cátedra de Afiche y Propaganda entre los años 1958 y 1959. Al egresar en 1960, se convirtió en el primer licenciado en artes plásticas con mención en Cartel y Propaganda de la Universidad de Chile.

A partir de 1963 inició una carrera académica que lo llevaría a formar parte de los planteles de la Escuela de Artes Aplicadas, del Centro de Creación de Formas Ornamentales (dependiente de la Escuela de Canteros de la Universidad de Chile, donde se experimentaba y estudiaban distintos materiales para aplicarlos a la arquitectura) y de la Escuela de Diseño de la Universidad de Chile. Fue Director de la Escuela de Diseño del Instituto Profesional de Santiago (IPS), que posteriormente se conformaría en la Universidad Técnica Metropolitana (UTEM), entre 1989 y 1990. Recibió diversos premios en concursos de afiches nacionales e internacionales. Participó en 1963 en la Exposición Internacional de Afiches de la IX Bienal de Sao Paulo, Brasil. Realizó seis exposiciones de afiches individuales entre 1957 y 1970.

Como diseñador trabajó fundamentalmente en el rescate de las tradiciones locales y la vinculación del cartel con la educación popular. Su etapa más productiva como cartelista transcurrió entre 1971 y 1973, época en la que trabajó junto con el diseñador Mario Quiroz. De ese período destacan los ochenta carteles quincenales que realizó para la Polla Chilena de Beneficencia, de los cuales llegaron a imprimirse 5.000 ejemplares por tiraje. Las campañas de la Polla estaban dirigidas a los sectores pobres de la población, por lo que tuvieron un marcado acento social.

En el aspecto técnico, se caracterizó por un espíritu experimental, que lo llevó a incorporar a su trabajo lo que define como "materiales inusuales". A nivel tipográfico, realizó fuentes hechas a mano, que imprimieron un cariz gestual a los textos. Si bien las figuras de madres y niños son las más recurrentes en los carteles de 1971, a partir de 1972 se advierte un énfasis en la iconografía del trabajo, con imágenes de obreros, campesinos, mineros y empleados, además de estudiantes y mujeres. González usó el alto contraste para exaltar las figuras, dejando pequeñas zonas de color, casi siempre de gamas cálidas. Otro efecto que empleó frecuentemente fue el punto de vista ascendente, produciendo imágenes con vista en contrapicado.

Sus carteles fusionaban lenguajes provenientes de la alfarería precolombina con influencias sicodélicas, del cartel cubano y de la estética del mural político de izquierda. También cabe destacar la influencia que tuvo en su producción la obra del pintor y grabador Pedro Lobos (1919-1968).

González, en rigor, no militó en ningún partido político, pero su gráfica y el uso del cartel como herramienta educativa y de difusión de necesidades sociales, vinculó su trabajo al ideario del gobierno de la Unidad Popular. Esto le significó dejar su actividad como diseñador durante la dictadura militar, viéndose obligado a centrar su actividad en la docencia.