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Gran producción de carteles

La producción de carteles tuvo un importante desarrollo entre 1930 y 1950, en parte porque el trabajo realizado por la Escuela de Artes Aplicadas rindió frutos, imprimiendo un sello local al afichismo nacional. En la primera década se utilizó principalmente la litografía, lo cual limitó el trabajo de los artistas al empleo de colores planos y primarios y a tirajes limitados por su alto costo. Las tipografías e imágenes se pintaban a mano, con témpera, usando tipos de palo seco sin terminales. Algunos cartelistas destacados de esta época fueron Nicolás Martínez, Arturo Adriasola, Héctor Cáceres, Eusebio Riquelme, Luis Troncoso, Carlos Sagredo, Derfilia Cárdenas, Orlando Ovalle, Oscar Ríos, Fernando Ibarra, Samuel Muschlin, Santiago Nattino, Osvaldo Salas, Julio Borquez, Lupercio Arancibia, Alberto Reyes, Eladio Cornejo, Julio Cortés, Olga Chaín, Luis Oviedo, Berta Brüggen, Camilo Mori, Besta Crestá, Isaías Cabezón, José María Palacios, Edmundo Cifuentes, Alberto Reyes Mozó y Georges Sauré. Los cartelistas nacionales recogieron elementos tanto del desarrollo del cartel europeo, de escuelas como el realismo y del arte abstracto, así como también elementos del diseño japonés, como la yuxtaposición de colores. Algunos cartelistas se agruparon en talleres de propaganda, mientras que otros trabajaron en encargos particulares para empresas.

En los años treinta el alemán Adolfo Müeller Oliphant introdujo en nuestro país la serigrafía. En esa misma década, la editorial Zig-Zag introdujo la primera máquina offset. Como consecuencia de la crisis mundial de 1929, las importaciones de insumos y maquinaria se redujeron drásticamente, hecho que impulsó en forma notable el desarrollo de la actividad editorial local y de la industria que la proveía.

Fue en esta época que se afianzaron los vínculos entre la izquierda y el medio gráfico, relación que dio origen a una inédita producción de carteles políticos entre 1936 y 1942, los cuales tuvieron como principal referentes el cartelismo de la Guerra Civil Española. Fernando Marcos y Mario Corvalán, dos de los exponentes del afichismo político de la época, hicieron uso extensivo del collage y de las composiciones tipográficas.

En los años cuarenta la producción de carteles fue fecunda. Los motivos se ampliaron, abarcando el turismo, congresos, exposiciones, fiestas, y publicidad comercial, así como también campañas de alfabetización, deportes y salud. En esta época se introdujeron los primeros aerógrafos alemanes, herramienta que posibilitaba hacer transiciones cromáticas más sutiles, y crear así efectos más realistas y volumétricos. La paulatina popularización de la impresión serigráfica -liderada por Luis Oviedo y su taller Estudios Norte- contribuyó a disminuir los costos de impresión y aumentar los tirajes de los carteles.

En 1942 se creó la Unión de Cartelistas de Chile, institución gremial cuyo primer presidente fue Camilo Mori. En 1944, esta organización realizó su primera exposición de carteles en la sala de exposiciones de la Casa Central de la Universidad de Chile, donde se exhibieron carteles y se interiorizó al público respecto de sus procedimientos de producción.

La explosión del consumo masivo durante la década de 1950, trajo consigo una gráfica publicitaria cada vez más inspirada en el modelo estadounidense, que se caracterizó por el uso de figuras femeninas, la representación de situaciones ideales asociadas al producto, textos claros y sencillos y un eslogan contagioso, todos recursos que catalizaban el gusto del público eficazmente. Su carácter inclusivo, popular, ecléctico y efectista, se distanció de la gráfica europea -más ligada a las vanguardias artísticas y de formulación más racional-, al tiempo que espoleó el desarrollo de nuevas técnicas en la industria de la impresión. Grandes campañas de compañías internacionales como la Shell y Bayer, utilizaron el cartel como soporte publicitario.

Sin embargo, el modernismo gráfico se vio tardíamente representado en los carteles nacionales. Las nuevas generaciones de egresados de la Escuela de Artes Aplicadas, orientaron su búsqueda gráfica en otra dirección, más comprometida con la contingencia política y el entorno social. En este grupo destacó el trabajo de Domingo Baño, Waldo González, Santiago Nattino y Carlos Sagredo. Maruja Pinedo y Aída Poblete ocuparon la vacante dejada por Ana Cortés en el curso de cartel de esta institución.

Durante este período comenzó a hacerse sentir la influencia del diseñador y tipógrafo polaco Mauricio Amster (1907-1980), cuyo aporte fue crucial en la redefinición de las artes gráficas en Chile.