El precio de los libros se determinaba a partir de la calidad del papel, la pasta, la impresión y el peso de los libros, además del valor simbólico que cada uno tenía. Esta tarea se realizaba luego de la muerte del dueño de la biblioteca y era llevada a cabo por un abogado que las tazaba, o bien, cuando una biblioteca era trasladada.

De acuerdo a los datos que entregan las tasaciones, los precios de los libros fueron en Chile, en general, bajos y en promedio cada tomo no costaba más de cinco pesos de la época.

En Chile, una de las bibliotecas más valiosas fue la biblioteca de mil volúmenes del Obispo de Concepción Diego González, la que se valoró en 2000 pesos, mientras que la del Obispo de Santiago Manuel de Alday, de 1095 ejemplares, se tazó en 1832 pesos.

Con el paso del tiempo, los libros se abarataron debido al crecimiento del comercio y obras impresas, incluido dentro del mayor intercambio comercial que se realizaba entre España y sus colonias.