Estudios universitarios
Luego de terminar sus estudios de Humanidades en el Liceo Isabel Le Brun de Pinochet y graduarse de Bachiller a través de la rendición de exámenes en el Instituto Nacional, Eloísa Díaz Insunza se integró en 1881 a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, lo que la convirtió en la primera mujer chilena en ingresar a la educación superior, seguida por Ernestina Pérez (1868-1951), quien también estudió medicina.
Virgilio Figueroa (1870-1939), autor del Diccionario histórico, biográfico y bibliográfico, rescató un testimonio de la propia Eloísa Díaz Insunza al momento de ingresar a la facultad de medicina, con tan solo quince años, donde señaló el particular recibimiento que tuvo de sus compañeros, quienes "fueron siempre muy buenos y respetuosos conmigo, no porque fuera mi madre acompañándome, sino porque se dieron cuenta, desde el primer momento, del esfuerzo que desarrollaba para seguir estos estudios, y claro está, llegaron a alternar en mejor forma con esta su primera compañera. Recuerdo que en aquellos primeros días los estudiantes de todos los cursos, al término de cada clase, se formaban en dos filas para hacerme pasar por el centro, y esta broma cariñosa de la muchachada terminaba con entusiastas aplausos. Después algunos de mis compañeros me venían a esperar a la salida de mi casa para acompañarme hasta la Escuela" (Figueroa, Virgilio. Diccionario histórico, biográfico y bibliográfico de Chile (1800-1928), Tomo II. Santiago: Imprenta y Litografía La Ilustración, 1928, p. 569).
En su paso por la Universidad ganó premios a la excelencia en los cursos de Anatomía, Patología General, Patología Interna, Medicina Legal, Clínica Interna y Obstetricia, con lo que demostró ampliamente sus capacidades y conocimientos frente a sus pares y profesores (Jiménez, Alejandro. "Dra. Eloísa Díaz Insunza". Santiago: Revista Chilena de Infectología, Volumen 17, Número 1, p. 76-78).
Eloísa Díaz Insunza se tituló de médica cirujana en 1887, luego de defender su memoria titulada Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena i de las predisposiciones patolójicas propias del sexo, estudio fuertemente influenciado por las ideas imperantes de la época en el ámbito de la medicina, principalmente el higienismo y la metodología positivista basada en la observación y la experimentación.
En la introducción del abordó brevemente el problema de los derechos básicos de la mujer, sobre todo la educación y la prohibición de acceder a la Universidad y se refirió también a su vocación señalando que "al pretender obtener el título de médico cirujano, he pensado maduramente acerca de la grave carga que echaba sobre mis débiles fuerzas de mujer; rudo es el trabajo, lata la ciencia, difícil la misión…pero ¿es superior a la energía, a las dotes de observación y a la inteligencia de las de nuestro sexo? No lo sé, pero siento aquí en lo interior de mi ser que no me arrepiento hoy en el comienzo de la juventud, de la jornada que emprendí cuando aún era niña tierna y que me prometo seguir en medio de los afanes y vicisitudes de la vida (…). Hay reacios que piensan que la mujer, haciéndose médico, pierde los rasgos de su carácter, para varonilizarse y abdicar así de las prerrogativas de que goza en la sociedad. Obtenida vuestra benévola aprobación, seguiré tranquila mi obra empezada dejando a los moralistas y filósofos discutir el problema que desfavorablemente para la mujer han resuelto ya los malhumorados pesimistas y otros" (Díaz I., Eloísa. Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena i de las predisposiciones patolójicas propias del sexo. Santiago: Imprenta Nacional, 1888, p. 5).
El estudio realizado por Díaz fue fundamental para entender los efectos fisiológicos de la pubertad femenina, con un marcado predominio de la definición nacional de la cuestión. Esto, porque, además de las observaciones y los conceptos técnicos naturales de la profesión médica, Díaz agregó también en su análisis factores como la situación económica y las divisiones por clase social, los efectos del entorno material y moral y dio gran realce al espacio geográfico y su influencia sobre la psicopatología de las mujeres.
Remarcó que, en promedio, la pubertad de la mujer chilena se producía aproximadamente a los catorce años a través de cambios físicos y psicológicos, con la intervención del sistema nervioso como principal agente. Estos cambios, acompañados del "fenómeno menstrual", como lo señala Díaz, llevan a la "pequeña niña" a abandonar "los juegos de la infancia, sus distracciones habituales para ser más reservada que antes, experimenta languidez, pierde su actividad y vivacidad ordinaria, se fatiga ligero, etc., siendo estos síntomas en unión con los observados en la región abdominal los acompañantes obligados del estado en que se viste con el ropaje de mujer. (…) estos fenómenos son diferentes en cada mujer, así es que mientras en unas son manifiestos, en otras pasan desapercibidos, y no son raros los casos en el que el temperamento de la mujer siendo por excelencia nervioso, predominan los fenómenos de excitación de este aparato, sobrevienen al mismo tiempo ataques de histerismo o accidentes epileptiformes, precursores para la pobre mujer de una existencia de quejas y dolores" (Díaz, p. 9).
Con lo anterior, intentó demostrar que los efectos en el comportamiento de la mujer eran generados a través de la menstruación que "no solo tiene su asiento localmente en el ovario sino que está bajo el influjo del sistema nervioso que ocupa el primer lugar en su producción. (…) vemos perfectamente como la actividad nerviosa que ha tenido su principio en los ovarios, se comunica no solo a los plexos ováricos y uterinos sino que por medio del gran simpático se comunica a los nervios de todas las vísceras de la economía, y al centro encefálico mismo"(Díaz, ídem, p. 9). Con esto, Díaz se inscribió en la corriente de pensamiento científica que supuso la predisposición del ánimo, en específico de las mujeres, debido a factores externos, como el ambiente físico y las experiencias personales, y fisiológicos, ideas que posteriormente fueron retomadas por otras disciplinas. Agregó, además, un apartado en el que explicó la historia del estudio de la pubertad femenina y la menstruación, junto con una serie de estadísticas tomadas de casos estudiados en las zonas norte, centro, sur e insular del país.
Abordó también el problema de la "degeneración de la raza chilena", ya que analizó problemas sociales como el hambre, la pobreza, el alcoholismo y las enfermedades de transmisión sexual e intentó recomendar que "el Estado construya viviendas para obreros, aumente los salarios y vigile las tabernas, expresando ya en este temprano texto su preocupación por los peligros del alcoholismo, que retomará en varios trabajos posteriores", como forma de mitigar todos aquellos factores que, a su entender, influyeron en las condiciones de salud de las mujeres y las familias que observó durante su investigación (Salas, Gonzalo, et. al. "Eloísa Díaz: entre la medicina, la psicología y la educación". Santiago: Revista Médica de Chile, Volumen 147, Número 4, p. 501).
La segunda arte del trabajo la dedicó a las estadísticas de los casos que estudio en el Hospital San Borja, que en total fueron dieciséis mil cuatrocientos treinta y nueve. Del estudio de esos casos, propuso que el desarrollo de la pubertad femenina tenía directa relación con la predisposición a diferentes patologías con respecto a los hombres, siendo mayores en las mujeres en un veinticinco por ciento (Díaz, p. 21-27).
Al terminar sus estudios en la Universidad, Díaz se incorporó a la clínica ginecológica del doctor Roberto Moericke y en paralelo trabajó como médico y profesora de higiene en la Escuela Normal de Preceptores del Sur, hasta 1897, cuando ocupó el cargo de Médico Inspector de Escuelas Públicas de Santiago.