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Lavaderos de oro

Durante el siglo XVI los conquistadores españoles buscaron proveerse de oro para financiar sus expediciones y obtener un beneficio. De esta manera la única actividad minera fue la explotación aurífera mediante una cruel y despiadada esclavitud indígena en lavaderos de oro en el centro y sur del país. Primero Pedro de Valdivia puso en explotación los lavaderos de oro de Margamarga en el río Aconcagua, posteriormente, surgieron otros lavaderos de oro en el sur: Quilacoya, Imperial, Osorno, Villarrica y en el Norte Chico: Illapel y Chopa. La violencia desplegada contra los indígenas en estas actividades minera provocó una rebelión indígena a fines del siglo XVI que tuvo como resultado la pérdida de todos los lavaderos del oro al sur de Concepción durante toda la época colonial.