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Esclavitud indígena

Defendida por los gobernadores como una medida que ayudaría a sofocar la rebelión mapuche y basándose en la condición de infieles que renegaban de los auxilios de la fe católica, la esclavitud de los indios capturados en guerra fue autorizada finalmente por una real cédula en 1608. La medida fue combatida desde un principio por buena parte de la Iglesia, en especial el sacerdote Luis de Valdivia, que abogó por la implementación de una guerra defensiva que permitiera la convivencia entre ambos pueblos. Sin embargo, el fracaso final de ese proyecto dio nuevos bríos a la trata de esclavos, cada vez más importante para una economía que requería mano de obra servil, puesto que la caída demográfica provocó la progresiva disminución de los indios sometidos a encomienda en la zona central del país.

La captura de esclavos llegó a grados de brutalidad inusitada con el gobernador Acuña y Cabrera (1650-1655) dando inicio a una guerra fundamentalmente lucrativa, lo que provocó la última gran rebelión de todo el período colonial, la que al mando del mestizo Alejo llegó a amenazar la propia capital del país.

Presentamos a continuación un opúsculo impreso en España por el licenciado Melchor Calderón, Tesorero de la Catedral de Santiago, Provisor, Comisario de la Santa Cruzada y Vicario General, en el que defiende la postura de permitir la esclavitud de los indios capturados en la guerra.