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Talagante

Esta pequeña ciudad ubicada en las cercanías de Santiago, alberga una artesanía en cerámica policromada muy particular que comenzó a ser confeccionada en el siglo XX. Se cree que los orígenes de este tipo de figurillas estaría relacionado con la tradición ceramista desarrollada por las monjas de Santa Clara, sobre todo por las semejanzas en los formatos y coloridos de ambos trabajos.

En Talagante el desarrollo de esta actividad está estrechamente vinculado a una tradición familiar que se ha cultivado por varias generaciones. Las artesanas moldean a mano, parte por parte, el fino barro para reproducir un sinfín de figuras populares y escenas criollas tradicionales, todas estampas nacionales que dan cuenta de los modos de vida y costumbres de la zona central de nuestro país. Luego de oreadas, las piezas son cocidas en un hornillo artesanal y posteriormente pintadas con esmaltes de brillantes y alegres tonos.

Entre estos "monitos", como los llaman sus ejecutoras, existen algunos que son muy famosos, como la escenificación de la fiesta de Cuasimodo, los pesebres con personajes y atributos típicos de la zona central y algunas figuras picarescas típicas chilenas. También es recurrente hallar hombres y mujeres en sus trajes populares, jinetes a montando sus caballos con apero de huaso y vírgenes y santos patronos. Anteriormente, esta artesanía se podía encontrar en las ventas artesanales instaladas para Navidad a lo largo de la Alameda, junto a las cerámicas policromadas de Sara Gutiérrez, una fiel continuadora de la tradición de las cerámicas de las monjas Clarisas. Hoy su producción es lamentablemente mucho más restringida que antes, lo que amenaza su continuidad.