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Cantoral (1936)

En 1936, Luisa Anabalón publicó Cantoral, libro que firmó con el seudónimo Winétt de Rokha. Previamente la autora ya había usado este nombre en poemas que aparecieron en las revistas Numen (1918-1920) y Claridad (1920-1932), además de emplearlo por primera vez en Formas del sueño de 1927. Cantoral incluyó esta última obra con la indicación en el título de las fechas de su realización "(1925-1936)". En Suma y destino, libro que recogió este y otros libros de la escritora, sin embargo, se cambió este rango de fechas por "1916-1936".

Soledad Falabella, en su artículo sobre el uso de seudónimos en la obra de Luisa Anabalón, observó que, a partir de la creación y adopción del nombre de Winétt de Rokha, "es posible plantear un quiebre tajante entre la antigua concepción poética de la autora y una concepción poética nueva". En Cantoral se hallaría "un proceso de toma de conciencia: tanto al principio como al final del libro hay umbrales entre paradigmas pasados y nuevos. Sin embargo, el nuevo paradigma poético aún tiene que encontrar su lenguaje propio y productivo" (Falabella, Soledad. "El pseudónimo como estrategia. Género, poder y legitimidad en Cantoral de Winétt de Rokha". En De Rokha, Winétt. El valle pierde su atmósfera. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2008, p. 451).

Cantoral ha sido la obra de la autora más estudiada por la crítica literaria y existe cierto consenso en situarla en el marco de las vanguardias chilenas. Una de estas lecturas es la de Juan Villegas, quien observó en el libro el uso de varios "procedimientos poéticos" que expresarían su carácter vanguardista: poemas escritos en verso libre, el uso de un léxico contemporáneo que alude a productos de la técnica moderna, imágenes que vinculan planos de la realidad en apariencia inconexos: "Numerosos poemas se fundan en el lenguaje cotidiano; la hablante no tiende a una actitud de emoción exaltada o exuberante; por el contrario, hay tendencia a un discurso más intelectualizado" (Villegas, Juan. "El discurso lírico de Winétt de Rokha: La otra cara de la mujer poeta". Hispamérica. Año 18, número 53/54, 1989, p. 76-77).

Si bien Villegas vinculó este libro de Winétt de Rokha con las vanguardias chilenas, a la luz de la lectura de Cantoral, indicó que la poesía de la autora era una muestra de la diversidad de la producción lírica de la década de 1930 en Chile, una diversidad que, para el investigador, no fue recogida por el "discurso crítico hegemónico". Este, por un lado, habría "tendido a privilegiar el discurso lírico vanguardista en cuanto al uso de códigos estéticos, cuando estos son utilizados como instrumentos de mostración de un mundo intimista o una actitud escéptica con respecto a un mundo degradado", y, por otro, habría "excluido a los productores de textos líricos de los años veinte y treinta asociables con las necesidades de cambios sociales o la proclamación de una sociedad socialista" por no responder "a los intereses ideológicos de los sectores medios ni a la concepción de lo lírico o lo estético como intransitivo dominante en la cultura de estos sectores". Para Villegas, Cantoral presentó la "imagen de la mujer como poeta portadora de un mensaje de transformación social", asunto que no coincidía con el discurso vanguardista que privilegió la crítica literaria, ni tampoco con el "discurso lírico femenino" que se prefería en el momento. Para ejemplificar esta aseveración, presentó el caso de la recepción de la poesía de Gabriela Mistral (1889-1957): "Al privilegiar a Gabriela Mistral, como la gran mujer poeta de la época, se defiende, tal vez, no por parte de los llamados valores poéticos de sus textos sino en la proclamación de una imagen de la mujer más de acuerdo con los intereses del grupo culturalmente dominante: la mujer amante, la mujer afectivamente dependiente del hombre, la mujer profesora, la mujer-defensora de los valores patrios y los valores morales del cristianismo" (Villegas, p. 86).

Para investigadoras como María Inés Zaldívar, Cantoral "es una poesía de imágenes, visual, pero no porque sus textos sean caligramas o poemas visuales, propiamente (al estilo de Huidobro), sino porque a través de la palabra y con un trazo preciso y certero, reproduce vívidas imágenes en la mente del receptor", las que presentaría por medio del uso de la écfrasis, figura retórica que consiste en la descripción de un objeto artístico de manera detallada. Así, en Cantoral, "se presentan pensamientos esquematizados, precisos, justos, volcados en imágenes, la visualidad pasa a ser un eje común que necesita ser mirado con mayor atención" (Zaldívar, María Inés, "Winétt de Rokha y la vanguardia literaria en Chile". Anales de la Literatura Chilena. Año 6, número 6, 2005, p. 210-212).

En mirada de otra investigadora como Gemma García-San Román, los poemas de este libro son vanguardistas en tanto presentarían una indagación respecto a la creación artística "a través de la incorporación de las distintas artes a la escritura poética", como en el poema con que se abre el libro, "Fotografía en oscuro", en el que "la incorporación de distintos modos de expresión ajenos al lenguaje poético" -los que provienen desde la fotografía- "cuestiona la esencia del arte y sus modos tradicionales de representación" (García-San Román, Gemma. La crisis de la sociedad burguesa y la autonomía artística: Vanguardismo de "Cantoral. Poemas 1925-1936" de Winétt de Rokha. Tesis para optar al grande de Master of Arts. Universidad de Calgary, 2004, p. 12). En este sentido, para la investigadora, Cantoral se inserta "en la línea rupturista de movimientos como el Dadaísmo y el Expresionismo alemán" y, en relación con el uso específico de las metáforas de los poemas, su obra se inscribe "dentro de los presupuestos creacionistas promovidos por el también poeta chileno Vicente Huidobro. El mundo subjetivo de la autora se encuentra por tanto en un nivel autónomo de representación que es independiente de la naturaleza externa -autónomo de la 'servidumbre a la naturaleza'-, tal como Huidobro defendió en su poética creacionista" (p. 78).