El yacimiento de Potrerillos estaba ubicado en el desierto de Atacama a 125 kilómetros al oriente del puerto de Chañaral y a una altura de 2.900 metros sobre el nivel del mar. Hacia 1906 el yacimiento era explotado en forma tradicional por la Compañía Minera de Potrerillos, de Enrique Echeverría. Cuando en 1910 William Braden se alejó de El Teniente, su interés se centró en Potrerillos, adquiriendo en 1913 el yacimiento. El ingeniero Braden estimaba que Potrerillos era un yacimiento capaz de rivalizar con Chuquicamata. Sin embargo, nuevas perforaciones arrojaron resultados desalentadores. Frente a tales conclusiones, Braden vendió Potrerillos, en enero de 1916, al conglomerado norteamericano Anaconda Copper Company, la que organizó la Andes Copper Mining Company como su filial para explotar el mineral.

A cargo del yacimiento se puso al ingeniero L.R. Wallace, quien optó por explotar la mina en forma subterránea, mediante el sistema de hundimiento de bloques. Para el tratamiento de los minerales se levantaría una planta para beneficiar sulfuros, y otra de lixiviación, para tratar los óxidos. También se contempló una planta termoeléctrica ubicada en el nuevo puerto de Barquitos, que se construiría al lado de Chañaral. A ocho kilómetros de la mina se levantaría el principal campamento minero, mientras que el agua sería traída desde los Andes por medio de una cañería. Finalmente, el problema del transporte sería solucionado mediante la construcción de un ferrocarril desde la mina hasta la estación del ferrocarril estatal en Pueblo Hundido, el que a su vez llegaba hasta el puerto de Chañaral.

A fines de 1917 se iniciaron los primeros trabajos, los que en 1919 estaban ya bastante avanzados. Sin embargo al finalizar dicho año, el mercado del cobre se vio afectado por la crisis de la post-guerra, lo que llevó a la Anaconda a paralizar en gran medida los trabajos. En 1925 se reanudaron los trabajos bajo la dirección de William Wraith, de manera tal que al año siguiente estuvo lista la planta de sulfuros, y en 1928 la de lixiviación. Para 1929 Potrerillos ya estaba en pleno funcionamiento, produciendo 73.800 toneladas de cobre fino.

A fines de la década de 1940 comenzó el agotamiento del yacimiento de Potrerillos. Frente a tal situación Anaconda Copper Company comenzó un programa de exploraciones en busca de algún yacimiento cercano a las instalaciones metalúrgicas con el fin de aprovechar la infraestructura existente. Finalmente, a pocos años de la fecha fatal se descubrió el yacimiento Indio Muerto, que permitiría la sobrevivencia de la Andes Copper Mining Company como gestora del nuevo mineral que fue llamado, con justa razón, El Salvador.