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Peñas

Los lugares emblemáticos para el desarrollo de la Nueva Canción Chilena fueron las peñas, lugares donde se interpretaba música folclórica y de raíz folclórica, en que los comensales y los propios artistas podían compartir experiencias acompañados de unos vasos de vino, empanadas y grata conversación.

Con un origen que se puede remontar a las antiguas chinganas o a las casas de canto de fines del siglo XIX, las peñas tuvieron un importante auge desde fines de la década del sesenta. Entre ellas, la peña de Los Parra fue fundamental. El local, ubicado en calle Carmen Nº 340, empezó a funcionar en julio del año 1965, en una antigua casona administrada por el pintor Juan Capra. Por iniciativa de los hermanos Angel e Isabel Parra, la casa abrió sus puertas para la obra de numerosos músicos como Patricio Manns, Rolando Alarcón, Víctor Jara y muchos otros, transformándose en el corto plazo en el eje del desarrollo de la Nueva Canción.

Pero no sólo ésta. El 20 de agosto de 1965 se inauguró la peña de la escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, en Valparaíso. El recinto fue el epicentro para el desarrollo del movimiento en el puerto, en el cual Osvaldo Gitano Rodríguez y Payo Grondona se transformaron en sus figuras principales. Fue allí donde debutó el grupo Quilapayún. Al año siguiente se constituyó la peña de los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, espacio que vivió el inicio del conjunto Inti Illimani. Esta peña fue la plataforma para que en 1971, la misma universidad contratara dentro de su departamento de cultura, a muchos artista de la Nueva Canción, como Víctor Jara, Cuncumén y el propio Inti Illimani. El año 1966, por su parte, la Federación de Estudiantes Secundarios, FESES, había fundado su peña en calle Dardignac Nº 040.

René Largo Farías, quien desde 1963 producía y conducía el programa Chile ríe y canta por radio Minería, y que era uno de los principales espacios de difusión de música chilena, tenía también su peña, llamada igual que el espacio radiofónico, ubicada en calle Alonso Ovalle. Por otro lado, Raúl de Ramón, folclorista de dilatada trayectoria vinculado al neofolclor, inauguró su peña en Las Condes el año 1972 (donde, aclaraba su propietario, no entraban "ni chascones ni barbudos")

La peña se transformó en todo un concepto. Superó al movimiento de la Nueva Canción para constituirse en el sinónimo de un recinto para escuchar música de raíz folclórica para cualquier tiempo, teniendo un importante papel en tiempos de dictadura en el desarrollo del Canto Nuevo.