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Lecturas para mujeres (1924)

En 1922, Gabriela Mistral fue invitada por José Vasconcelos (1882-1959), Secretario de Educación Pública del gobierno de Álvaro Obregón (1880-1928), a colaborar en el proceso de la reforma educacional mexicana. Como parte de esta labor, Mistral publicó en Ciudad de México el libro Lecturas para mujeres, con un tiraje de 20.000 ejemplares (Gorrochotegui, Alfredo. "La formación de la mujer en Gabriela Mistral: un breve análisis en torno a tres textos publicados entre 1903 y 1923". Escritos 30. Número 65, 2022, p. 178).

La autora permaneció en México entre 1922 y 1924, periodo durante el cual estuvo "en diversas escuelas rurales, que en su mayoría eran pobres e improvisadas". También conoció a maestros y campesinos, "pero fundamentalmente le preocupó la condición de las mujeres campesinas", a quienes dedicó el libro Lecturas para mujeres (Montes de Oca, Elvia. "Lecturas para mujeres en el México de los años veinte". Sociológica. Volumen 15. Número 44, septiembre-diciembre, 2000, p. 187)

Para realizar esta antología, Mistral "contó con el segundo semestre del año 1922 y la ayuda de dactilógrafas y secretarias"; trabajo que "debió compatibilizar con sus viajes en comitivas oficiales por los estados de Puebla, Oaxaca, Michoacán y Nuevo León, discursos, conferencias, homenajes y constantes visitas a escuelas" (Ulloa, Carla. "México desea mostrar a las naciones hermanas su vida intelectual: Gabriela Mistral y los escritores mexicanos 1916-1922". Estudios Filológicos. Número 65, 2020, p. 107-108).

En la introducción de Lecturas para mujeres, Mistral señaló que la Secretaría de Educación de México le encargó recopilar un libro de lecturas escolares. No obstante, la autora consideró que tal tarea correspondía "a los maestros nacionales y no a una extranjera" -como indicó en el primer acápite de la introducción del libro, subtítulada como "Palabras de la extranjera"- por lo que optó por preparar un volumen orientado, específicamente, para la escuela mexicana que ella dirigía y que llevaba su nombre, en la que estudiaban mujeres entre quince y treinta años (Mistral, Gabriela. Lecturas para mujeres. México, 1924, p. 7-11).

Tal declaración de extranjería ha sido interpretada por algunos estudiosos como "una ironía basada en un conflicto que hizo decidir a Mistral irse de México unos meses antes, incluso, de terminar sus funciones", debido al trato que recibió de ciertos maestros y escritores (Gorrochotegui, p. 179). Según Palma Guillén (1898-1975) -profesora mexicana que acompañó a Mistral durante su estadía en México y fue también prologuista de una edición posterior de Lecturas para mujeres-, "a pesar de que Gabriela trabajó mucho en México y de que hizo todo lo posible por identificarse con nosotros y por sernos útil, algunos maestros -más bien algunas maestras- y también algunos escritores de la Capital (no hay que olvidar que somos muy nacionalistas) se sintieron disgustados, disminuidos y hasta ofendidos por el hecho de que una 'extranjera' hubiera sido llamada a trabajar a México" (Guillén, Palma. "Gabriela Mistral (1922-1924)". Lecturas para mujeres. México, D.F.: Editorial Porrúa, 1988, p. IX).

En la introducción de Lecturas para mujeres, respecto de la especificidad de sus destinatarias, Mistral indicó que en varios países un mismo libro de lectura "se destina a hombres y mujeres en la enseñanza primaria y en la industrial. Es extraño: son muy diferentes los asuntos que interesan a niños y niñas. Siempre se sacrifica en la elección de trozos la parte destinada a la mujer y, así, ella no encuentra en su texto los motivos que deben formar a la madre. Y sea profesionista, obrera, campesina o simple dama, su única razón de ser sobre el mundo es la maternidad, la material y la espiritual juntas, o la última en las mujeres que no tenemos hijos" (Mistral, p. 8).

Obedeciendo al ideal de maternidad señalado, Mistral indicó que estos aspectos habían pasado a un segundo lugar en la "mujer actual" en comparación con la mujer "antigua", que poseía un "sentido más hondo y más vivo" de la maternidad. Mistral indicó que la primera sección del libro, titulada "Hogar", "hecha con más cariño que ninguna", estaba destinada a "robustecer ese espíritu de familia, ennoblecedor de la vida entera y que ha vuelto grandes a los pueblos mejores de la Tierra: al inglés, por ejemplo" (Mistral, p. 10).

Respecto a los textos escogidos, Mistral indicó que tuvo en consideración tres cualidades para la selección: la "intención moral y a veces social; segundo, belleza; tercero, amenidad". Mencionó que sin la primera cualidad los maestros formarían "solo retóricos y dilettantis; creamos ocios para las academias y los ateneos, pero no formamos lo que Nuestra América necesita con una urgencia que a veces llega a parecernos trágica: generaciones con sentido moral, ciudadanos y mujeres puros y vigorosos e individuos en los cuales la cultura se haga militante, al vivificarse con la acción: se vuelva servicio". En relación con la segunda cualidad, indicó que no se debía dejar de lado la "gracia" al momento de enseñar las lecturas y que "el maestro verdadero tendrá siempre algo de artista: no podemos aceptar esa especie de 'jefe de faenas' o de 'capataz de hacienda', en que algunos quieren convertir al conductor de espíritus". Por último, mencionó que era necesaria la amenidad, pues si bien el "niño llega con gozo" a aprender, las lecciones "sin espíritu y sin frescura que casi siempre recibe, van empañándole el gozo y volviéndole el joven o la muchacha fatigados, llenos de un desamor hacia el estudio que viene a ser lógico" (Mistral, p. 15-16).

Lecturas para mujeres se organizó en cinco secciones: "Hogar", "México y la América española", "Trabajo", "Motivos espirituales" y "Naturaleza". En total, se incluyeron 227 textos en prosa y verso" de más de un centenar de autores, cuatro de ellos anónimos. En relación con sus nacionalidades, Mistral "seleccionó 66 europeos (54.5%), 49 (40.5%) americanos (de los cuales 46 fueron latinoamericanos), y dos asiáticos (1.7%)". Respecto a los escritores chilenos, incluyó textos de Pedro Prado (1886-1952), María Monvel (1899-1936), Eduardo Barrios (1884-1963) y Pablo Neruda (1904-1973). Si bien la mayoría de los autores incluidos fueron hombres, Mistral integró textos de su propia autoría y de otras escritoras. Además de Monvel, seleccionó fragmentos de las mexicanas Juana Inés de la Cruz (1648- 1695), María Enriqueta Camarillo (1872-1968) y Josefina Zendejas (1900-); la uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979), las inglesas Christina Rossetti (1830-1894) y Anna Sewell (1820-1878), la italiana Ada Negri (1870-1945) y la cubana Juana Borrero (1877-1896) (Montes de Oca, p. 188-189).

Respecto a la selección de los textos, se ha destacado su "rigoroso trabajo de compilación", a partir de la selección de autores de diversas nacionalidades, "así como en la subdivisión de estas lecturas en algunos temas que trató en su prosa y verso, y que transmitió a lo largo de sus años como educadora, entre ellos, por ejemplo, 'La casa y la familia', 'Maternidad', 'Trabajo' o 'Motivos espirituales'. En este último, propone estimulantes subcontenidos como 'La caridad', 'Literatura y artes', 'La vida superior', 'La voluntad', 'Los muertos' y 'Alegría'". También, se han destacado que luego de cada texto, Mistral, además de señalar la autoría, indicó la "lectura de alguna obra del mismo autor o recomienda, por ejemplo, en el caso de escritores como Charles Wagner, José Martí o Rabindranath Tagore, que todas sus obras sean leídas, lo cual expresa el profundo conocimiento que tiene de ellos" (Gorrochotegui, p. 178).