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Concesión para la construcción y explotación

El proyecto de unir los océanos Atlántico y Pacifico mediante un ferrocarril trasandino fue presentado públicamente como una epopeya de escala continental, semejante al proyecto del Canal de Panamá. Esta idea, que seducía a las clases dirigentes de Chile y Argentina, encontró en los hermanos Juan y Mateo Clark sus ejecutores. Eran empresarios descendientes de ingleses que habían hecho fortuna en el puerto de Valparaíso, y su interés por el proyecto ferroviario había surgido tras el levantamiento que ambos habían realizado del primer servicio telegráfico entre Santiago y Buenos Aires, entre 1869 y 1871. Es así como, en 1872, obtuvieron del gobierno argentino la concesión para la construcción del ferrocarril trasandino y, en 1874, del gobierno de Chile. Sobre la base de estas concesiones reunieron los capitales necesarios para comenzar la construcción. La tarea no fue fácil, pues demoraron casi veinte años en convencer a los inversionistas ingleses en aportar capitales, previa modificación de los contratos de concesión con Chile, surgiendo la Trasandine Railway Company en 1888. Sin embargo, nuevas dificultades financieras llevaron a la empresa ferroviaria y a los hermanos Clark a la quiebra en 1896. Para salvar la situación, inversionistas ingleses, apoyados por los gobiernos de Chile y Argentina, asumieron la construcción a través de la Trasandine Construction Company que logró terminar la obra en 1910. Para esa época, Juan Clark ya había fallecido y su hermano Mateo residía en Valparaíso muy disminuido económicamente.