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Evaristo Montt

La trágica muerte del obrero Evaristo Montt aconteció en Antofagasta el año 1924, cuando al acercarse a un ferrocarril para dar el aviso de su partida, el caldero de la locomotora explotó repentinamente. Su animita, que hasta hoy se cubre de peticiones y agradecimientos, se ubica donde quedaran sus restos tras ser arrojados por la fuerza de la explosión. La violencia de este accidente provocó una conmoción de tal magnitud en la población, que convirtió a Evaristo Montt en una efigie del trabajador indefenso ante los riesgos y sacrificios de su oficio, cuyo espíritu aún se mantiene presente en la memoria colectiva de los antofagastinos.