Las animitas han debido lidiar con la expansión de la ciudad y la modificación de su infraestructura. Sin embargo, el culto a las animitas continúa pese a los roces con el progreso vial y la creciente urbanización, resistiendo la construcción de centros comerciales, autopistas, líneas de metro, entre otras obras que intervienen y modifican el espacio público. Esta supervivencia se debe, principalmente, a la defensa que los propios devotos han hecho de ellas, obligando muchas veces a constructoras y concesionarias a encontrar soluciones que les permitan convivir en armonía. Los casos más emblemáticos fueron la construcción de la Autopista Central, que debió solicitar la venia de los inversionistas extranjeros y el acuerdo de las familias involucradas para reemplazar las animitas desplazadas por una animita "tipo", construcción estandarizada y simplificada que reúne las características formales básicas de la animita, con el fin de permitir la intervención estética particular de ésta por parte de los propios familiares y devotos. También se encuentra el caso de Romualdito, cuya animita estuvo a punto de ser derribada por la construcción del Mall Paseo Estación, hecho que pudo evitarse gracias a la reacción y oposición de sus miles de devotos.