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Editorial de La Mujer (1877)

Nacido en el contexto de debate sobre el acceso de las mujeres a la universidad que condujo a la promulgación del Decreto Amunátegui en 1877, La Mujer, periódico dirigido por Lucrecia Undurraga (1826-1914), persiguió "desestabilizar algunas ideas arraigadas respecto a las mujeres, como que ellas no eran idóneas para la instrucción o que su ingreso en el mundo profesional generaría una crisis moral y social" (Ramírez, Verónica y Ulloa, Carla. "Estudio preliminar". La Mujer (1877): el primer periódico de mujeres en Chile. Santiago: Cuarto Propio, 2018, p. 18).

Si bien en la mayoría de las secciones del medio se hizo referencia a estas ideas, el editorial fue el apartado en que tuvieron un lugar más amplio y continuo, así como fue un espacio en el que se respondió a las reacciones que los mismos textos causaron en el espacio público.

En la mayoría de los números, el editorial fue escrito por Lucrecia Undurraga, cuya autoría se señaló en el índice de la portada, desde el número dos y hasta la edición dieciséis. Hubo ocasiones en que aparecieron algunos editoriales sin firma, como fue el caso del primer número y los editoriales que se publicaron entre el número diecinueve y veintidós. En esta sección, también se incorporaron textos de otras autorías, por ejemplo, en el número seis se integró un artículo de El Constituyente de Copiapó, en el que se celebró la aparición de La Mujer; se replicó algunos párrafos del editorial publicado en el tercer número, a propósito de la necesidad de que la mujer se educara; y se mostró en favor de estas ideas. Otro caso fue la inclusión del artículo "La mujer considerada particularmente en su capacidad científica, artística y literaria" en el número diecisiete, de la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), en el cual sostuvo que la fuerza moral e intelectual de la mujer se igualaba a la del hombre, lo que argumentó a partir de ejemplos de mujeres que se destacaron en diversos ámbitos desde la antigüedad.

Parte de los primeros editoriales escritos por Undurraga se orientaron a aclarar los objetivos que se habían planteado en el prospecto y en su primer número, a propósito de interpretaciones de parte de los lectores que el medio consideró erradas. En el "Prospecto-circular", que apareció el 12 de mayo de 1877, se indicó que el fin de la publicación sería "la regeneración y mejoramiento social de la mujer" y se expresó que "plumas femeninas llevarán su redacción y lo sostendrán en mayor parte" ("Prospecto-circular". En Ramírez, Verónica y Ulloa, Carla. La Mujer (1877): el primer periódico de mujeres en Chile. Santiago: Cuarto Propio, 2018, p. 41-42). En línea con estas ideas, en el primer número se señaló que se deseaba "empeñar todos nuestros esfuerzos en mejorar la situación actual de la mujer; abogar sin tregua ni descanso por sus intereses bien entendidos; levantar sus aspiraciones hasta las luminosas esferas del saber; tal es en resumen el fin de la presente publicación" ("Editorial". En Ramírez, Verónica y Ulloa, Carla. La Mujer (1877): el primer periódico de mujeres en Chile. Santiago: Cuarto Propio, 2018, p. 46)

En el segundo y tercer número, Undurraga orientó la sección editorial a responder a las reacciones de los lectores ante la aparición del periódico y sus objetivos. La directora sostuvo que los propósitos del medio se sintetizaban en el lema "regeneración y emancipación de la mujer". Algunas de las reacciones ante estos fines fueron considerar que la propuesta de regenerar a la mujer era inútil, pues era una tarea ya realizada por el cristianismo hace siglos atrás y otras posturas señalaron que la idea de "emancipación de la mujer" encerraba "una amenaza inmediata a todo lo establecido, nos miran como peligrosas y frenéticas: intentamos despojar a la mujer de su más valioso atractivo, la modestia; de su más valioso encanto, el recato, para arrojarla no se sabe con precisión qué abismo de males y miserias". También se les acusó de trastornar el "orden social y desorganizar la familia". Ante estas ideas, Undurraga sostuvo que la idea de regeneración de la mujer derivaba del cristianismo, pero que hasta el momento había sido un proceso incompleto, pues la humanidad había desconocido la igualdad moral e intelectual de hombres y mujeres. El periódico buscó que "la mujer, sacudiendo al fin el peso que gravita sobre ella, siga a la par del hombre el vuelo ascendente de la humanidad hacia el progreso" y, para lograr ese fin, se esperaba alcanzar su "enseñanza sólida y extensa" (Undurraga, Lucrecia. "Editorial". La Mujer. Número 2, 26 mayo 1877, p. 9-10).

En relación con la "emancipación de la mujer", Undurraga especificó que esta se refería a terminar con la dependencia que tiene la mujer del hombre, la que remontaba a los primeros días de la sociedad humana y que ha permanecido hasta ese momento por la fuerza de la costumbre como algo natural. Esta emancipación deseada era referida respecto al desarrollo intelectual de la mujer y al término de la "cárcel" de su ignorancia. De este modo, Undurraga expresó: "Queremos que la mujer tenga creencias, voluntad, aspiraciones y deseos propios; queremos en fin, contemplar a la mujer en toda la majestad del ser; rey de la creación".

Por último, haciéndose cargo de los cuestionamientos que veían en la educación de las mujeres un riesgo para la organización familiar y social, señaló que este objetivo no se interpondría en los roles de madre y esposa, pues pensar aquello era algo contrario a la naturaleza de la mujer. También sostuvo que esta emancipación tampoco acabaría con su fe religiosa, sino que, al contrario, la mujer "elevará al infinito la fervorosa oración del espíritu convencido, en lugar de la recitación automática de los labios" (Undurraga, Lucrecia. "Editorial". La Mujer. Número 3, 2 junio 1877, p. 1-2).

Para defender su postura argumentativa, Undurraga "apeló a la doctrina cristiana, su guía en la búsqueda de la regeneración femenina, argumento utilizado entonces por gran parte de las escritoras y periodistas que se desempeñaban en países católicos, ya que la ideología religiosa era escasamente cuestionada entonces" (Ulloa, Carla. "Lucrecia Undurraga y el periodismo liberal de mujeres en el Chile decimonónico: La Brisa de Chile (1875-1876) y La mujer (1877)". Escritoras chilenas del siglo XIX. Santiago: RIL Editores, 2017, p. 124).

En artículos que publicaron las colaboradoras en La Mujer también se dejó patente su religiosidad, pues "una de las principales preocupaciones de las autoras decimonónicas latinoamericanas consistió en ser identificadas como mujeres ateas o herejes que amenazaran la figura de la mujer-madre cristiana, miedo que hacía repetir constantemente que la ilustración de las mujeres no era una enemiga de la religión. El tono conciliatorio entre religión y ciencia, entre ideología cristiana y derechos de las mujeres fue la principal estrategia de este órgano de propaganda" (Ramírez, Verónica; Romo, Manuel y Ulloa, Carla. Antología Crítica de mujeres en la prensa chilena del siglo XIX. Santiago: Cuarto Propio, 2017, p. 57-58).