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REDESCUBRIENDO SEWELL EN INÉDITAS FOTOGRAFÍAS
"Sewell 1914-1926" es el nombre de esta valiosa colección de imágenes que por más de tres décadas permanecieron confinadas en una bodega.
15 de marzo de 2005
Edgardo Valenzuela jamás pensó que las 30 cajas de madera que se adjudicó en un remate en Rancagua en 1970, podían contener unos de los testimonios mas significativos de la historia de Sewell, el campamento minero de la mina El Teniente que inició su actividad en 1905 y donde mucha historia se fraguó. Tres mil negativos de vidrio, obtenidos en su mayoría desde el lente del fotógrafo Nicanor Ríos Cabrera, veían la luz después de décadas de encierro, y se convierten hoy en un testimonio visual único de la vida de los trabajadores del campamento, su trabajo y las actividades culturales y recreativas.
Pero el material seguiría almacenado de no ser por José Luis Granese, periodista e investigador, quien se enteró de la existencia de este material y con el apoyo de Fondart y la Universidad Finis Terrae logró concretar "Sewell 1914-1926", una prolija selección de estas imágenes que complementan el estudio de un importante capítulo de la historia de Chile y que será lanzado oficialmente a fines del presente mes.
"El libro será fundamental, ya que Sewell es la próxima postulación de Chile como Patrimonio de la Humanidad", comenta Granese, quien no esconde su satisfacción por el excelente estado en el que se encontraban las inéditas fotografías: "Como estuvieron guardadas durante 30 años en una bodega oscura y sin manipulación, están en muy buen estado". Algunas de estas imágenes ya existían en los archivos de Codelco en Rancagua, pero según Granese, "la enorme mayoría es una copia a partir de estos negativos. Los originales permitirán ampliar detalles y producir copias increíbles" asegura.
El campamento de Sewell albergó a más de 14 mil habitantes en 1918, a 13 años del inicio de sus funciones, y llegó a tener tres escuelas, un cine, catorce clubes culturales y deportivos, hospital, correo y hasta un propio Registro Civil. A partir de la década del 70, comenzó a trasladarse el personal de la mina hacia Rancagua, debido a los altos costos que implicaba mantener el poblado. Desde ese momento, comienza la leyenda de Sewell, que ahora podrá ser estudiada con la aparición de estas valiosas imágenes.
(Fuente: El Mercurio, domingo 13 marzo 2005)