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Red longitudinal norte

El triunfo de Chile en la Guerra del Pacífico, permitió la incorporación de amplios territorios hacia el Norte. Este cambio en la política territorial chilena, trajo consigo el problema de la anexión de las nuevas zonas. Por otra parte, la comunicación marítima no contaba con la rapidez necesaria en caso de que se necesitara trasladar con urgencia un contingente militar hacia las nuevas tierras. Esta última circunstancia fue la que impulsó el proyecto de construir un ferrocarril que uniera el norte con el centro del país.

El 20 de enero de 1888, el Presidente José Manuel Balmaceda autorizó la licitación de los tramos ferroviarios entre:

- La Calera, La Ligua y Cabildo

- Salamanca, Illapel y Los Vilos

- Ovalle y San Marcos

- Vallenar y Huasco

Las obras fueron dadas a la North and South American Construction Company, empresa que dejó a medio camino la tarea. Para no paralizar la construcción, la Dirección General de Obras Públicas fue la encargada de llevarla a su fin. El proyecto demoró mucho tiempo, por ejemplo, la construcción del tramo La Calera-Cabildo, fue finalizado en 1898 y la conexión de Ovalle a San Marco terminó en 1911.

La demora en la construcción de este ferrocarril, se debió a que los ramales construidos anteriormente para el transporte de los productos mineros entre los yacimientos y las plantas procesadoras, contaban con distintas trochas. Por otra parte, la tardanza también se debió a la falta de fondos, ya que paradójicamente, lo recaudado por los derechos salitreros nortinos, se enviaba a financiar la construcción del ferrocarril de la red Sur.

A principios del siglo XX, aún no se podía hablar del ferrocarril del Norte como una construcción autónoma, ya que éste no era más que un conjunto de líneas aisladas, algunas en manos de privados y otras de carácter público. Hubo que esperar hasta la década del 40 para contar con la rectificación de la red.