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Pangue y Ralco

El 22 de mayo de 1990 el Ministerio de Economía autorizó la construcción de la central hidroeléctrica Pangue, primera etapa de un plan cuyo objetivo final era la construcción de una serie de seis centrales en el río Biobío. De inmediato surgió una fuerte oposición al proyecto. Se criticó la alteración de las formas de vida de siete comunidades pehuenches que residían en el área de inundación del proyecto y el cambio ecológico que sufriría la cuenca del río Biobío. A principios de noviembre de 1992 más de 300 mujeres y diversos representantes indígenas participaron de un solemne ritual en el Alto Biobío contra la central Pangue. La presión ejercida por los grupos contrarios a la construcción de la central incluso interesó a sectores ecologistas norteamericanos, quienes se sumaron a la causa. El conflicto llegó a los tribunales de justicia donde finalmente, en 1993, la Corte Suprema acogió la apelación interpuesta por la empresa Pangue S.A., dejando sin efecto el fallo de la Corte de Apelaciones de Concepción y permitiendo la construcción de la central.

Un conflicto aún más difícil de resolver fue el que se suscitó en 1994 a raíz de la construcción de Ralco, la segunda central hidroeléctrica en el Biobío. Si bien hubo una férrea oposición de ecologistas e indigenistas muchos pehuenches aceptaron la permuta de tierras ofrecida por ENDESA. No obstante, las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán se opusieron tenazmente a salir de sus tierras en recuerdo de sus antepasados y de los derechos ancestrales que poseían sobre las tierras. ENDESA sólo pudo solucionar el conflicto con las hermanas Quintremán en el 2003, prácticamente diez años después que CONAMA recibiera los términos de referencia para realizar el Estudio de Impacto Ambiental de la Central Hidroeléctrica Ralco.