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Hernando de Magallanes (1480-1521)

Cuando Fernão de Magalhães tenía 25 años, el afamado marino Francisco de Almeida fue comisionado por el Rey Manuel I de Portugal para dominar las rutas comerciales de Oriente al mando de la Armada de la India, una poderosa flota de 22 navíos que, tras la batalla de Diu de 1509, consolidó la hegemonía portuguesa en la zona del Índico. En dicha expedición de cerca de 1500 hombres, Magallanes era un recluta más, con el afán de ganar experiencia y fama.

Cuatro años más tarde, en 1509, viajó bajo el mando de Diogo López de Sequeira en una misión de reconocimiento a la actual zona de Singapur. A partir de entonces dedicó siete años al servicio militar naval, durante los que fue herido en varios combates. Tras sobrevivir a esta época ajetreada, volvió a Portugal en 1512. En los años siguientes luchó contra los piratas moriscos en la zona de Marruecos, siendo cuestionado por comerciar ilegalmente con los moros, en 1514. Ante la adversidad optó por dedicarse a otros asuntos en Lisboa. Allí se interesó en la eventual existencia de un paso que conectase el Océano Atlántico con el Mar del Sur, y en virtud de ello se dedicó al estudio de los últimos avances geográficos en conjunto con su amigo Rui Faleiro. Convencido de la factibilidad de sus ideas, presentó un proyecto de expedición al Rey Manuel de Portugal, quien lo desestimó. Ante la negativa acudió al monarca español. Su propuesta también fue rechazada por la Casa de Contratación en 1517, y solo al año siguiente pudo exponer su visión al Emperador Carlos V, quien se interesó en los planteamientos de Magallanes, pues, si había un paso oceánico hacia el Mar de Sur, la Corona podría tener soberanía sobre las Islas Molucas y sus riquísimas especias, a partir de lo establecido en el Tratado de Tordesillas.

Con una capitulación firmada el 22 de marzo de 1518, Magallanes accedió al dominio de las naves Trinidad, Santo Antonio, Concepción, Victoria y Santiago, una tripulación de 265 personas, pertrechos y vituallas suficientes para dos años. Además, sería Adelantado y Gobernador de los territorios que pudiera descubrir. Tras un año y medio de preparativos, y de intentos fallidos de la monarquía portuguesa para detener su iniciativa, zarpó su flota desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda, el 20 de septiembre de 1519. En su intento por llegar a las islas de las especias, en los archipiélagos indonesios, Magallanes recorrió el contorno de la vertiente atlántica de Sudamérica, teniendo siempre tierra a la vista. Por ello, su llegada a los últimos confines del Cono Sur debe entenderse como una consecuencia natural de su estrategia de exploración. Durante este viaje, las etnias australes de Chile tuvieron su primer contacto con el hombre europeo.

El 1 de noviembre de 1520, la flota de Magallanes se encontró con un cabo de tierra que fue llamado de las "Once mil vírgenes", en honor a las doncellas mártires del siglo III que habrían acompañado a Santa Úrsula, según la tradición, en su peregrinación hacia Roma. Actualmente se conoce dicho sitio como Punta Dungeness. El estrecho que se dibujaba hacia el poniente, en tanto, fue bautizado como "Todos los Santos", en recuerdo del santoral del día del descubrimiento.

La navegación a través del que hoy conocemos como Estrecho de Magallanes fue muy difícil. La nao Santiago se había malogrado durante el invierno y los cuatro barcos restantes recorrieron los canales en busca de una salida al formidable laberinto marino, haciendo turnos de exploración que se encontraban con pasos bloqueados una y otra vez. La tripulación se hastió, y los marineros de la nave San Antonio decidieron sublevarse y volver a España, rehaciendo el camino navegado. Sin embargo, Magallanes supo mantener viva la esperanza en las tres naves que le quedaban, pues estaba seguro de que el gran territorio que se extendía al sur del estrecho -bautizado como Tierra del Fuego por las numerosas piras que encendían los indígenas en las costas- era una isla, y que, por lo tanto, debía haber una salida. El 27 de noviembre de 1520 la expedición encontró el paso hacia el Mar del Sur.

Hernando de Magallanes murió en las islas Filipinas, el 27 de abril de 1521, en un combate con los habitantes de la pequeña isla Mactán. La escuadra continuó al mando de Juan Sebastián Elcano y llegó de regreso a España el 6 de septiembre de 1522 con menos de 20 hombres, después de haber dado la primera vuelta al mundo. De esta manera, Magallanes, sin haber regresado a Europa, completó la obra de Cristóbal Colón. En efecto, como lo pronosticó Antonio Pigafetta, cronista de la expedición, "la gloria de Magallanes sobrevivirá a su muerte".

El descubrimiento llevado a cabo por este viaje de exploración confirmó la teoría de la redondez de la tierra, le entregó a España el dominio de las tierras de las especias y le ayudó a afirmar políticamente su imperio europeo, a la vez que cubrió de gloria al país.