Las embarcaciones que navegaban por el río Maule en el siglo XIX se caracterizaban por ser de roble y pino -americano u oregón-, planas al medio y finas en los extremos. De mástil alto y vela latina o cuadrada, además de remos.

Eran espaciosas y cómodas, con cubierta con medio techo donde se instalaban literas y asientos para los pasajeros. El trayecto entre Perales y Constitución se demoraba un día en promedio. Sin embargo cuando había viento poniente o efecto contrario de la corriente fluvial producto de la marea creciente, el viaje podía durar hasta tres días. En estos últimos casos la labor de los "guanayes", nombre con el que se conocían los remeros maulinos, era fundamental.

Junto a las embarcaciones de río, en los astilleros de la zona se construían lanchas de mar, botes y lanchas salvadoras -nombre con el que se conocían aquellas utilizadas para remolcar en torno a la barra-, además de lanchas de pasaje, utilizadas estas últimas para el cruce de personas y cargas en distinto puntos del curso fluvial.