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Zona de misiones

La desordenada geografía, la multitud de islas y canales, las difíciles condiciones de transporte y la extrema dispersión de la población hacían particularmente difícil la evangelización de la población hulliche de Chiloé. Para ello, los jesuitas organizaron la llamada "misión circular", recorrido que hacían anualmente dos misioneros a través de la costa oriental y norte del archipiélago, mientras que durante el resto del año la comunidad religiosa quedaba a cargo de un laico llamado "fiscal". Aunque en 1767 los jesuitas fueron expulsados de América, en Chiloé fueron sucedidos por los franciscanos, que mantuvieron el sistema de misión ambulante.

Hasta su expulsión, los sacerdotes jesuitas no se limitaron a evangelizar en el archipiélago de Chiloé, sino que realizaron una activa búsqueda de nuevos feligreses en los canales australes. Ello los llevó a realizar larguísimas travesías a través de los archipiélagos situados al sur de Chiloé, llegando hasta el archipiélago del Guayaneco, cientos de kilómetros al sur del Golfo de Penas.