Bajo el alero de capillas y parroquias, la Vicaría de la Solidaridad organizó comedores para dar almuerzo a niños de sectores populares. Las encargadas de prepararlos eran sus madres y las voluntarias de las organizaciones eclesiales, mientras que los alimentos se obtenían a través de donaciones de instituciones ligados a la Iglesia. Durante sus años de funcionamiento, la Vicaría abrió más de 350 comedores infantiles, que atendieron a más de 25 mil niños.