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Se trasladó a Santiago

Teófilo Cid llegó a Santiago en la década de 1930 al igual que Pablo Neruda. Al respecto señala el crítico literario Luis Sánchez Latorre: "Teófilo Cid no se incorporó al servicio ferroviario, como prescribía su padre. Ya provisto de la actitud aparentemente desdeñosa y altanera que llegaría a caracterizarlo -morros levantados, cierto aire despreciativo en el pliegue de la boca, párpados grandes, aplastando la mirada-, hombros hacia atrás, el pecho un tanto en bomba, desmentía la silueta del littérateur clásico. Con las manos cruzadas a la espalda -¡sin la muletilla trivial del libro bajo el brazo!-, mostraba el aspecto de un desencantado rentista joven. Abrazó entonces la 'carrera' por excelencia: ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores. Allí, entrarían a sacarlo la Mandrágora y los vaivenes de la poesía negra" ("El fantasma de 'Theophile'", Las Últimas Noticias, jueves 20 de junio, 1974).