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Se subvirtió

El golpe de Estado fracturó el desarrollo de la actividad teatral nacional, hasta anularla completamente, durante el primer año del régimen militar. Las compañías de teatro universitarias subvencionadas -Experimental de la Universidad de Chile, Ensayo de la Universidad Católica, Teatro de la Universidad Técnica del Estado y otros-, pioneros de la renovación escénica iniciada en la década de 1940, fueron totalmente desmanteladas, lo que determinó el éxodo de actores al teatro independiente.

Por su parte, la cultura no fue una de las prioridades para la dictadura militar, que comenzó a desarrollar una política cultural propia hacia 1976. Sergio Martínez Baeza, entonces subdirector de Bibliotecas, Archivos y Museos, en una entrevista a la revista Qué pasa, explicó esta tardanza diciendo: "(el régimen debió) ocuparse preferentemente, en la primera etapa de la recuperación nacional, de otras materias de más inmediata y perentoria necesidad, como han sido la seguridad interior, el ordenamiento administrativo y presupuestario, etc.". El teatro adquirió características que la ligaron al modelo económico que auspiciaba, esto se tradujo en obras de entretención de corte tradicional sin gran complejidad técnica ni raigambre social. Soledad Bianchi, destacada crítica chilena, señala: "Este período, que sigue a la aplicación de la 'política de shock', responde a la política económica del libre mercado y al principio de subsidiariedad, que libera al Estado de algunas de sus funciones tradicionales incitando a la empresa privada a hacerse cargo o participar activamente de determinados sectores de la vida nacional, entre ellos los que promueven las actividades culturales, artísticas y de la enseñanza" (Bianchi, Soledad. "La política cultural oficialista y el movimiento artístico", Araucaria, (17): 135-136, 1982).