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obras de teatro infantil

Pese a ser considerado un género menor, numerosas obras de teatro infantil fueron publicadas en Chile en la primera mitad del siglo XX. La mayoría corresponde a volúmenes que reúnen varias obras breves, entre las cuales destacan: Teatro infantil (1905) de Adolfo Urzúa Rosas, recopilación de comedias simples; La hechicera (1906) de G. Núñez de Prado, comedia para niños escrita en verso; La banda de honor (1911) de María Soto y Sáez, comedia para niñas escrita en verso; La familia Busquillas (1918) de Blanca Santa Cruz Ossa; No nos dejes caer en la tentación (1919) de Carlos Cariola y Blanca Nieves (1920) de la profesora Eudomilia Gallardo.

En la década de 1920 la profesora Deyanira Urzúa publicó La carta misteriosa, El necio orgullo y Tolín. Posteriormente, en 1933, Eudilio Guzmán escribió Los segadores, Para niños de ambos sexos, Los músicos viajeros y Regeneración. Ese mismo año, Celina Perrin publicó Teatro infantil, libro que incluye las obras Papá y mamá de Eduardo Barrios y Lo que olvidaron los reyes magos de Antonio Acevedo Hernández. Este último publicó en 1936 la obra Chañarcillo (1936), epopeya dirigida a un público adulto y también infantil donde se muestra la vida del pueblo en el norte del país durante el auge de la explotación de la plata, en la primera mitad del siglo XIX. En estos años destacó también el trabajo de Magdalena Petit, autora de El cumpleaños de Rosita (1937), obra que desborda comicidad. Su personaje protagónico, una niña llamada Rosita, recibe en el día de su cumpleaños el mismo regalo de parte de cada uno de sus invitados, situación que provoca una serie de equivocaciones. Al año siguiente, Petit publicó El desencantamiento de los juguetes.

En los años cuarenta, Gloria Moreno publicó Amor y polisón (1945), piezas cortas para ser representadas en los colegios, entre las cuales destaca el sainete criollo La breva pelá y Los antojos de Carey, una sentimental pieza juvenil.

En los años cincuenta, la radio jugó un importante papel en la popularización del teatro infantil, gracias a la difusión de audiciones dramatizadas, cuyos libretos, basados en cuentos infantiles, eran publicados por las casas editoriales. Un ejemplo de ello fue "Las aventuras de la hormiguita cantora", basado en un el cuento La hormiguita cantora y el duende melodía de Alicia Morel.