Subir

PlanTransantiago

En la década de los noventa, el Estado se embarcó en la titánica tarea de transformar el sistema de transporte público de la capital. En 1991, el gobierno pagó 14 millones de dólares para el retiro de 2.600 buses, estableció un límite de 18 años para la edad de los buses, lo que implicó renovar cerca de 2.000 micros durante los años siguientes, introdujo normas de emisión de gases y reguló las características de los buses. Por su parte, se estableció la concesión de recorridos, los que serían asignados mediante licitación. Estos contratos fijaron recorridos, frecuencias y edad máxima de los vehículos, además de su capacidad y estableció una fórmula para determinar y reajustar las tarifas. Hasta 1998 las licitaciones lograron revertir en parte el alza de tarifas registrada en los años ochenta, disminuir el número de micros y aumentar progresivamente su ocupación promedio.

A fines del 2001 existían 316 recorridos licitados en la región metropolitana de Santiago y había 119 titulares de concesión de los 289 "buses amarillos". Los titulares de las concesiones podían ser una asociación de propietarios de buses, una organización gremial o una empresa y no necesariamente debían ser poseedores de las máquinas. Esto permitió a los concesionarios gestionar un recorrido vendiendo cupos a otros propietarios, por lo que en la práctica se atomizó de la propiedad de los buses. Así, de los 119 títulos de concesión, en promedio cada empresario tenía efectivamente 2,11 micros.

Para el gobierno a su vez, el problema era que las pequeñas empresas no tenían acceso a crédito, tecnología de cobro, ni transporte de calidad, dando paso a un sistema deficiente. A pesar de los avances alcanzados por las licitaciones, estas deficiencias se mantuvieron en el tiempo, tales como la duplicidad de recorridos en el centro, la inseguridad en el tránsito, la calidad de los buses, el sistema de pago por boleto cortado y el incremento de la contaminación atmosférica y acústica.

Con el fin de mejorar la calidad de vida de los usuarios del transporte público de la capital, el gobierno de Ricardo Lagos ideó el Plan Transantiago, que busca en el largo plazo, mejorar el diario vivir de los santiaguinos, disminuir la congestión, la contaminación y la inseguridad de la locomoción colectiva.

El Transantiago fue puesto en plena marcha el 10 de febrero de 2007 e implicó la ampliación de la red de metro, una nueva malla de recorridos, una serie de inversiones en infraestructura, el pago integrado de la tarifa a través de una tarjeta inteligente llamada Bip!, la renovación de forma continua de la flota de buses, además de elaborar un nuevo sistema de gestión empresarial y laboral en el sector.