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cazadores de grandes herbívoros

Desde el descubrimiento del sitio arqueológico Clovis en Nuevo México, durante 1930, la mayor parte de los arqueólogos norteamericanos piensan que los primeros pobladores del continente fueron cazadores nómadas que transitaban rápidamente entre distintos territorios tras manadas de megafauna utilizando sus famosas y mortíferas puntas de proyectil, conocidas con el nombre de Clovis, y luego Folsom. Dichos cazadores cruzaron desde Siberia a Alaska al ritmo que las grandes presas, como mastodontes, milodones y bisontes, atravesaron la tundra abierta por el paso intercontinental en las postrimerías de la Era del Hielo (14.000 a.C. y 11.000 a.C). Estos cazadores habrían continuado rumbo al sur manteniendo el gusto por los herbívoros de gran tamaño y descubriendo climas más temperados como praderas y sabanas hasta alcanzar en el confín del continente, Tierra del Fuego.

En el hemisferio sur, la situación fue evidentemente distinta. La caza de megafauna fue sólo una de las estrategias económicas dentro de diferentes prácticas de subsistencia. Sitios como Quereo, Tagua-Tagua, Monte Verde y cueva Fell, a pesar de contener restos de mastodontes, caballos, milodones y paleocamélidos, no son los únicos restos óseos encontrados, ni menos los mayoritarios en la dieta. Por lo tanto, se estima que los cazadores-recolectores que habitaron el actual territorio chileno, fueron más que asiduos cazadores de mastodontes, grupos con una economía de amplio espectro tal como demuestran los nutridos registros de fauna y flora en los yacimientos arqueológicos.