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reconstrucción del ambiente

La imagen que usualmente tenemos del paisaje pleistocénico, al término de la era glacial, es la de grandes mamíferos como mastodontes, milodones, paleocamélidos y caballos americanos migrando de un territorio a otro en busca de pasturas y nichos aptos para su reproducción. Esta migración de los grandes herbívoros se asocia comúnmente a la movilidad que tuvieron los cazadores de megafauna, los cuales, se nos ha hecho creer, sólo se ocupaban de la caza o la matanza de grandes mamíferos.

Sin embrago, esa es sólo una parte del ambiente y contexto paleogeográfico imperante entre el año 14.000 a.C y 10.000 a.C. Debido a que el régimen de lluvias y humedad era más acentuado que el actual, en el desierto del norte de Chile los bosques de Algarrobo y Tamarugos eran aún más abundantes, conformando valles ricos y cuencas lacustres altoandinas dotadas de una suculenta vegetación ribereña. La costa también recibía más nieblas costeras o camanchacas, así como lloviznas que regaban una vegetación conocida como "lomas", la que se extendía por todo el desierto costero peruano-chileno, permitiendo a distintos animales acercarse a pastar durante los meses cálidos.

El territorio semiárido, actual Norte Chico, conoció durante esta época un período de lluvias más intensas. Mientras en la costa las condiciones más húmedas y frías permitieron el ingreso de un bosque de tipo "valdiviano", en el interior, una cubierta herbácea y arbórea generalizada estaba acompañada igualmente por verdes praderas, pantanos, pequeñas quebradas y valles fértiles que periódicamente atraían a Megafauna pleistocénica, como se ha reconocido en la quebrada de Quereo y Santa Julia.

En la zona centro-sur del país, el régimen frío y lluvioso se acentuaba respecto de las tierras septentrionales, estimulando la formación de tupidos bosques, praderas y cuencas lacustres en la depresión intermedia, las que cobijaban ahora grandes manadas de herbívoros, como aquellos que se han excavado en el sitio Tagua-Tagua. Como indican los estudios paleobotánicos dedicados la identificación de polen, en estas latitudes los bosques de coigüe (Nothofagus dombeyi) y lenga (Podocarpus andinus) eran más abundantes que las plantas bajas y espinosas.

Desde Chiloé hasta Tierra del Fuego las condiciones biogeográficas cambiaron paulatinamente desde un bosque frío hacia un estepa dominante y extensiva, retornando a un régimen boscoso en el año 10.000 a.C., y en el caso de la Patagonia oriental, en el noveno milenio a.C. las praderas volvieron a cubrir la superficie asociadas al cambio de una época fría a otra más húmeda. La alternancia bosque-estepa creó, según piensan los arqueólogos, paleontólogos y botánicos, un ambiente propicio para el hábitat de distintas especies animales, entre ellas, Megafauna cobijada en la cueva del Milodón. Los eventos volcánicos también fueron significativos en este territorio, con lluvias de ceniza que influyeron periódicamente en la cobertura vegetacional.