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Alberto el jugador (1860)

Las novelas por entregas fueron usuales en la prensa chilena de la segunda mitad del siglo XIX. Aparecidas en la sección conocida como folletín, se dieron a conocer obras narrativas extranjeras y nacionales, entre ellas, la primera novela editada por una mujer en Chile: Alberto el jugador de Rosario Orrego.

Si bien en el país existieron producciones literarias de escritoras publicadas con anterioridad -como fue el caso de la obra de Mercedes Marín del Solar (1804-1866)-, la publicación de Alberto el jugador marcó una irrupción en un campo novedoso, como el de la novela, caracterizado por la producción masculina. Según Joyce Contreras, para la élite del periodo, una mujer, "si contaba con la aprobación de su familia, podía ser anfitriona de salones culturales, mantener correspondencias, escribir poesías y, en ocasiones, leer sus versos en la intimidad de las tertulias, pero dedicarse a cultivar la novela o géneros igualmente considerados masculinos como el ensayo, significaba (…) entrometerse en géneros textuales -debido a su carácter 'serio', 'elevado', 'racional', ergo, masculino- improcedentes a su sexo-género" (Contreras, Joyce. "Las transformaciones del campo cultural a mediados del siglo XIX y el surgimiento de una escritora moderna: Rosario Orrego de Uribe". Escritoras chilenas del siglo XIX: su incursión pionera en la esfera pública y el campo cultural. Santiago de Chile: RIL, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2017, p. 81).

Alberto el jugador apareció en la Revista del Pacífico (1858-1861) en 1860, con el subtítulo "Novela que parece historia" y firmado por "Una Madre", seudónimo que posteriormente Rosario Orrego utilizó en otras publicaciones. En este mismo año, la autora presentó la obra al certamen literario organizado por la Universidad de Chile, en el que oficiaron de jueces José Victorino Lastarria (1817-1888) y Miguel Luis Amunátegui Aldunate (1828-1888) y en el cual Alberto Blest Gana (1830-1920) y un autor anónimo presentaron: La aritmética en el amor y Judith, respectivamente (Poblete Varas, Hernán. "Triunfo de la 'Aritmética en el amor'". Alberto Blest Gana y su obra. Santiago: Pehuén, 1995, p. 75). La novela de Orrego "supuestamente fue descalificada porque no cumplió los plazos de entrega" (Contreras, p. 72).

En 1861, la novela fue publicada en formato de libro, iniciativa impulsada por la Sociedad de Amigos de la Ilustración. Esta edición fue prologada por el intelectual peruano Ricardo Palma (1833-1919), quien calificó la novela como realista y evaluó positivamente su contenido moral por combatir "el vicio del juego tan fatal para la felicidad doméstica como funesto para la organización social" ("Prólogo". Orrego, Rosario. Alberto el jugador. Santiago: Imprenta de Chile de A. Monticelli, 1861, p. IV-V).

El carácter moral al que apuntó Ricardo Palma ha sido reafirmado por lecturas posteriores de la novela, pero también otros aspectos han sido resaltados, dado cuenta de la complejidad de su recepción. Por ejemplo, Alberto el jugador ha sido leída como una construcción simbólica en la que el ámbito privado es reflejo de lo público. En la novela, la familia, sobre todo los personajes femeninos, representarían los valores de la nación, el "espíritu de sacrificio, abnegación, amor", en oposición a la figura de Alberto que actúa como una "fuerza disociadora" de este orden por medio de la tentación del juego y sus consecuencias negativas (Epple, Juan Armando. "Rosario Orrego (1834-1879)". Escritoras chilenas: novela y cuento. Tercer volumen. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 1999, p. 33-35).

Desde una perspectiva de género, se ha visto en la novela la puesta en cuestión del rol de la mujer en el orden patriarcal del siglo XIX. En la obra se muestra la dependencia social y económica de las mujeres respecto de los hombres, hecho que tiene como consecuencia -frente a la ausencia del rol proveedor de los sujetos masculinos- la carencia de herramientas de las mujeres para vivir de manera independiente en la sociedad.

Un caso ilustrativo de estas situaciones es el juego y las apuestas. En la novela, los varones son mostrados como ludópatas capaces de entregar la mano de una hija en matrimonio a cambio de saldar las deudas o ausentarse del hogar y llevar a la miseria económica y al juicio social a las mujeres de sus familias. En este sentido, Patricia Rubio lee Alberto el jugador como una crítica de la sociedad que concuerda con las ideas propuestas en "La instrucción de la mujer", poema de Orrego leído en la Academia de Bellas Letras a inicios de la década de 1870, en el que postuló la necesidad de que la mujer cuente con una instrucción formal.

Ahora bien, Rubio señala que estas críticas presentes en Alberto el jugador no tendrían como propósito desbancar el orden patriarcal, sino "democratizarlo", es decir, abrirlo a "sectores sociales tradicionalmente marginados" como las mujeres, a partir, por ejemplo, del acceso a la educación (Rubio, Patricia. "Prólogo". Orrego, Rosario. Alberto el jugador. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2001, p. 21-22).