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El sol es un pájaro cautivo en el reloj

"Ninguna ciencia más profunda que la de pasar la mano por la frente de la noche y sentir el contacto de los rayos perdidos del sol que se prendieron al despojarlo de su reino. Quiero un estremecimiento así para cada uno de mis pensamientos, para cada una de mis palabras y mis actos, porque de otro modo corro el riesgo inútil de no saber lo que dice el corazón por la noche. Quiero cortarle las alas al temblor nocturno y atraerlo hacia la piedra de los sueños hipnotizada por mí y sin más intervención que la idea de caminar por los bosques del país que no existe. ¿Necesito para ello rechazar el contacto turbio y el consejo llamado cordial de cuanto ser lúcido me rodea, no para hacerme compañía sino para destruirme? Evidentemente, no de otra manera es posible aclarar la existencia con ideas comunicables ni apartar para mí el rayo de sol, perdido entre los otros, que con su palidez de serpiente atrapa y golpea con mayor fuerza. Quiero una magia mayor, tatuada de signos, una magia de uso imposible, una magia semejante a la del corazón en sus momentos más deseperados..." Rosamel del Valle.