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Ramón Armiño Laval Alvear (1862-1929)

Ramón Armiño Laval Alvear fue un bibliógrafo y estudioso del folclor, especialmente interesado en los relatos orales. Laval trabajó en la Administración Principal de Correos de Santiago como oficial de número desde abril de 1883 para, ocho años después, desempeñarse en la secretaría de esta institución. En paralelo a sus labores, se dedicó a estudiar la historia del servicio de correos. Publicó varias obras en torno al estudio de los sellos, tarjetas y estampillas postales; colaboró en los Anales de la Sociedad Filatélica y fue miembro de la Sociedad Filatélica de Chile.

En 1892, comenzó a trabajar en la Biblioteca Nacional de Chile como jefe de sección. En este lugar, trabajó por más de treinta años y llegó a ser Subdirector y Secretario de la institución en 1913 (Feliú Cruz, Guillermo. Ramón A. Laval (1862-1929): la bibliografía de bibliografías chilenas. Santiago de Chile, 1969, p. 6). A partir de este trabajo, Laval se interesó en el estudio de las bibliografías. En el periódico El Ferrocarril estuvo a cargo de la sección "Bibliografía de la Semana" en 1911. Allí, publicó 183 reseñas bibliográficas, en su mayor parte, de libros chilenos e hispanoamericanos (Feliú Cruz, p. 16). En 1915, publicó su obra bibliográfica más ampliamente reconocida por la crítica, Bibliografía de bibliografías chilenas, en la que dio a conocer bibliografías escritas en Chile, además de catálogos e índices de revistas y bibliografías de autores y asuntos chilenos publicados en el extranjero.

En 1910, mientras realizaba una de sus tareas de búsqueda bibliográfica entre los libros donados a la Biblioteca Nacional pertenecientes a Ramón Briseño (1814-1898), encontró el texto Modo de ganar el Jubileo Santo, folleto impreso en Chile que databa de 1776. Laval publicó el texto acompañado de algunas descripciones con el título Un incunable chileno: Modo de ganar el Jubileo Santo: año de 1776 (1910).

Respecto a su labor en el área del folclor, Laval recogió una amplia variedad de textos como juegos, textos de cantos y danzas, refranes, creencias, voces y expresiones latinas. Sin embargo, "su tendencia principal en su formación de autodidacta lo había llevado marcadamente a buscar, con tenacidad incansable, los del género narrativo, esto es, los cuentos comunicados y transmitidos por tradición oral". Así, reunió cuentos de variadas clases, entre ellos, chascarros, cuentos de adivinanzas, cuentos de consejos y cuentos maravillosos. Respecto de estos últimos, según la visión de Manuel Danneman, Laval tuvo "más alto grado de predilección" pues vio en ellos de manera "más patente que en otras formas culturales de su país, a la chilenidad que deseaba encontrar, sin modificarla, sin retocarla, como a menudo ocurre en la divulgación masiva de viñetas caricaturescas de lo chileno" (Danneman, Manuel. "Tres buscadores de la chilenidad: Lenz, Laval y Vicuña Cifuentes". Anales de Literatura Chilena. Año II. Número 14, diciembre 2010, p. 72-73).

Respecto de las ideas de Laval sobre la originalidad en los cuentos, "sostenía que en el folklore no existía la originalidad en el relato, y que casi siempre, cualquiera que fuera la forma que este adquiriese, en prosa o en verso, denunciaba una remotísima antigüedad, casi tanto como las de la humanidad" (Feliú Cruz, p. 26). Así, a propósito de un concurso que se organizaba en Colombia para premiar un cuento popular, expresó que no creía que un cuento popular perteneciera a tal o cual nación, lo que se podía demostrar "leyendo cualquiera colección extranjera de cuentos populares, en la cual seguramente encontraremos más de uno que nos recuerde las sencillas narraciones que cuando niños oíamos de alguna vieja tía o de la sirvienta de confianza de la casa, sentados a orillas del fuego en las frías noches de invierno. ¡Qué de sorpresas no experimentamos recorriendo las páginas de las primeras colecciones de cuentos extranjeros que leímos con fines folklóricos, al tropezar con afinidades tan estrechas, con semejanzas tan completas a veces entre algunos de esos cuentos y los que habíamos escuchado en nuestra niñez!" (Laval, Ramón. "Bibliografía". Revista Chilena de Historia y Geografía. Año 4. Tomo 11. Número 15, 1914, p. 26).

En 1909, fue parte de los fundadores y directores de la Sociedad de Folklore Chileno y en 1911 de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía. También fue director del medio de esta agrupación, la Revista Chilena de Historia y Geografía, desde enero de 1912. Su primera publicación sobre folclor fue el texto "El cuento del Medio Pollo. Versiones chilenas del cuento del Gallo pelado" que publicó en la Revista de Derecho, Historia y Letras de Buenos Aires, Argentina, dirigida por Estanislao Zeballos (1854-1923). Ya como miembro de la Sociedad de Folklore publicó los libros Cuentos chilenos de nunca acabar (1910) y Oraciones, ensalmos y conjuros del pueblo chileno comparados con los que se dicen en España (1910).

A partir de 1916, Laval inició una serie de publicaciones bajo el nombre "Folklore-Hispanoamericano", ribete con el que aparecieron las obras Contribución al folklore de Carahue (1916), Tradiciones, leyendas y cuentos populares recogidos de la tradición oral en Carahue (Chile) (1920), Cuentos populares en Chile (1923), Cuentos de Pedro Urdemales: trabajo leído en la Sociedad del Folklore Chileno (1925) y en 1927 se reeditó bajo esta serie el texto Del latín en el folklore chileno, obra que había publicado como artículo en 1910 en la Revista Chilena de Historia y Geografía. El último volumen de esta serie fue Paremiología Chilena (1928) (Feliú Cruz, p. 25-26).