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El 1º de enero de 1860 comienza una nueva etapa de la Revista del Pacífico. Así lo hace notar Jacinto Chacón en una nota inicial que titula "Nuestros móviles y propósitos", donde afirma que la publicación, "pasada la tormenta renace, bajo nuestro auspicios, para segunda vida" (p. 4). Desde entonces la Revista del Pacífico servirá a la Sociedad de Amigos de la Ilustración como un medio de difusión de ideas y publicidad.

A lo largo de este prefacio, Jacinto Chacón deja en claro que la intención de la revista es dar continuidad al espíritu que la animó durante 1858. Su programa da cuenta de una visión parecida a la que unos años antes delineara Guillermo Blest Gana, aunque mejor estructurada: "El adelanto material sin el intelectual deja incompleto el progreso de un pueblo que hace el efecto de un cuerpo sin alma" (p. 1). Chacón preconiza el modelo político de Inglaterra, cuyos valores liberales y civilizados, a su juicio, podrían ayudar al progreso de los países recién constituidos: "Los estados españoles necesitan ante todo educarse y constituirse, y el gran deber del patriotismo en estas repúblicas, desorganizadas por la revolución es el de crear elementos de orden, proteger el trabajo moralizador generalizando las escuelas preparatorias de artes y oficios, y derramar profusamente la ilustración en las nuevas jeneraciones" (p. 3).

Durante la primera mitad de 1860 colaboraron en la Revista del Pacífico escritores e intelectuales como Miguel Luis Amunátegui, Eusebio Lillo, Guillermo Carmona, Ricardo Arteaga, Jacinto Chacón, Ricardo Palma y Zorobabel Rodríguez, entre otros. Cabe destacar que Rosario Orrego, quien años después se convirtió en esposa de Jacinto Chacón, insertó en la revista, varias columnas firmadas con el seudónimo de "Una madre". La más relevante de estas contribuciones es su novela Alberto el jugador.

Las obras más extensas se publicaron por entregas, como ocurrió con "La Conquista de Arauco", de Aquinas Ried -donde se incluye un mapa del sector de Nacimiento- o la novela Un rapto, de Román Vial, cuyos capítulos iban intercalados con poemas, actas de las reuniones de la Sociedad de Amigos de la Ilustración, discursos, cuentos, comentarios sobre libros, biografías de personajes chilenos y latinoamericanos, y artículos de divulgación. Tampoco faltaron artículos de polemistas como Daniel Barros Grez o el mismo Jacinto Chacón.