Subir

Fisonomía propia

Carlos Zenteno, quien escribe en El Ferrocarril de octubre de 1884 señalaba que "como ciudad, puede decirse, sin la menor exageración que es una de las más bonitas y aseadas de la República. Sus edificios de madera, son elegantes, bien pintados y techados de fierro galvanizado la mayor parte. Esta ciudad cuenta con un cómodo edificio de dos pisos, que ocupa uno de los costados de la plaza principal, en el cual funcionan las oficinas de la Intendencia. Tiene también un buen hospital, una cárcel, un cuartel cívico, un cuartel de bombas, una espaciosa recoba y un cementerio laico notable por su situación y arreglo, y un edificio recientemente concluido para la aduana y oficinas anexas, hecho todo de fierro galvanizado. Entre otros edificios de alguna nota se pueden señalar la iglesia parroquial, construida con fondos fiscales en medio de uno de los costados de la plaza principal dando vista al mar".

Esta apreciación era compartida por Julio Mansoulet, otro observador contemporáneo, "es incontestable que por la belleza y simetría de su planta es una de las ciudades más bonitas y aseadas de la república; llamando la atención la ubicación de las manzanas de 50 metros en cuadro con las calles rectas de 20 metros de ancho que llevan a cada lado aceras de dos metros. Su configuración en general, vista desde la bahía, es de un efecto sorprendente, pues dichas manzanas forman un martillo internándose el valle bastante por el norte, cuyas alas o extremos se extienden hacia el oriente y poniente; por otra parte, las calles por su pavimento cascajoso, permanentemente seco a pesar de las continuadas lluvias, son transitables todo el año por toda clase de vehículos, circunstancia digna de tomarse en cuenta en esta región austral en donde las inclemencias de la atmósfera se hacen sentir con inusitado rigor".

Enrique Espinoza, autor de la Geografía Descriptiva de la República de Chile, consideraba que "por la simetría de su planta, Puerto Montt es una de las ciudades más bonitas de la República. Esta formada por manzanas que tienen 50 metros en cuadro, con calles perfectamente rectas de veinte metros de ancho que llevan a cada lado veredas de dos metros. Los edificios que aun cuando sean de construcción ligera de madera, incluso las techumbres, son de un estilo arquitectónico que halaga la mirada: las calles longitudinales de Varas, Cayenel, Urmeneta y la Transversal de Curicó, se hallan pobladas de construcciones de altos modeladas sobre las habitaciones europeas y allí están ubicados los almacenes, cafés, clubes, peluquerías y las principales industrias de la localidad. Al costado oeste de la plaza se hallan instaladas en un buen edificio de propiedad fiscal las oficinas de la intendencia, de la tesorería, registro civil, resguardo, etc. La iglesia parroquial es otra construcción moderna cuya arquitectura sobria y severa se levanta al lado norte de la plaza de armas. Siguen en importancia y pueden considerarse como los más notables monumentos de Puerto Montt, la iglesia de la Compañía de Jesús, coronada por una magnifica torre que domina toda la ciudad; la iglesia católica alemana y el templo evangélico de la misma nacionalidad".

Desde el punto de vista del adelanto en infraestructura urbana, una de las obras más importantes y útiles que se realizaron en Puerto Montt fue el malecón o tajamar construido a lo largo de la calle de Varas que defendió a la parte central y principal de la población de los embates de las olas del sur. Con una longitud de 300 metros y un ancho de 6 corría paralelo al mar, permitió la ampliación de Puerto Montt de una calle hacia el mar. Otra obra fundamental fue la estación de Puerto Montt que, producto de un importante esfuerzo de ingeniería realizado por los contratistas que construyeron el último tramo del ferrocarril longitudinal sur, logró ser localizada prácticamente al centro de la ciudad, a pocos metros de su Plaza de Armas y cerca de los principales servicios. Con este objetivo, la construcción de la vía debió seguir un largo rodeo hacia el este, donde era posible circundar con la línea férrea las mesetas que rodean la ciudad, entrando a Puerto Montt desde el poniente recorriendo una sinuosa franja costera. Para edificar la estación se construyó un malecón que contuvo el mar y ensanchó la superficie de terreno costero plano donde se iba a instalar.