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El Eco de la Liga de Damas Chilenas

En agosto de 1912 surgió este periódico, órgano oficial de la Liga de Damas Chilenas. Su publicación fue quincenal y en la parte superior de cada ejemplar aparecía la consigna "Dios, patria y familia". La Liga de Damas Chilenas tenía como misión pontificar sobre la moral del espectáculo teatral y cinematográfico, la moda femenina decente y los libros apropiados para las jóvenes. El objetivo principal era influir en las madres, modelo y fuente de enseñanzas. Por esto fue recurrente en sus páginas la inclusión de una clasificación de las obras reprobadas y aprobadas por el ojo censor de sus distinguidas socias, pertenecientes a la elite santiaguina, quienes se ocupaban de supervisar previamente la parrilla cultural. En más de una ocasión la institución defendió su deliberación en el espacio público, alegando el deber de manifestarse por el bien de sus hijos y de la sociedad. Las alentaba el incremento de adherentes y el intercambio de experiencias con otras mujeres católicas del mundo que compartían sus ideales, por lo que su periódico era crucial para fortalecer la unión del movimiento.

La Liga mantenía estrechos vínculos de colaboración con la Iglesia Católica que le brindaba amparo mediante financiamiento, defensa pública de su labor y el contacto con similares asociaciones femeninas internacionales. Las excelentes relaciones eclesiásticas se debieron en gran parte a las influencias de su presidenta Amalia Errázuriz de Subercaseaux. El Eco de la Liga de Damas Chilenas se distribuía en todas las provincias, porque la organización contaba con numerosas sedes a lo largo de Chile. En 1915 el título del diario fue sustituido por La Cruzada y se publicó hasta 1917. La nueva denominación -según señalaba el periódico- representaba mejor el objetivo de fomentar la fe católica y la pureza de las costumbres privadas y públicas.

La aproximación hacia las mujeres trabajadoras fue otro rasgo del periódico. Ambas publicaciones informaron frecuentemente del préstamo de su sede para el Sindicato de Empleadas de Comercio y Oficinas (de correos), fundado por la Liga en 1914 para promover, bajo el marco del catolicismo, la acción sindical, legislativa y judicial en defensa de los intereses de las empleadas. La institución, que era una obra de patronato de la Liga (el primero de otros dos sindicatos que crearía), obtuvo un directorio más autónomo con los años, pero conservó su relación estrecha con las autoridades eclesiásticas. También el periódico informaba y hacía publicidad de la Tienda de Protección al Trabajo de la Mujer, igualmente fundada por la Liga, donde se comercializaban artesanías realizadas por mujeres empobrecidas de distintas clases sociales. Asimismo, aunque en menor medida, se publicaron artículos que abogaban por el derecho a trabajo digno para las mujeres, incluido salarios equivalentes a los de los hombres.