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El relato mercantil

La factibilidad con que la imagen se alojó en la memoria tanto de la elite como de los segmentos más populares se estableció como un incentivo prioritario, extendiéndose a todos los productos de consumo masivo. En efecto, la marca, al ser una representación del producto elaborado para su reconocimiento en el espacio de venta, permitió una inédita asociatividad con diferentes relatos marcarios. Es así como en muchas marcas registradas durante este período es posible encontrar una gran variedad de representaciones que poblaron el imaginario de la época a pesar de su carácter transitorio y comercial.

A partir del último tercio del siglo XIX, el argumento más empleado para vender un producto era la marca, por sobre sus cualidades tangibles, su rol social y su procedencia, hasta el punto de hacerse habitual el advertir al consumidor que debía fijarse en la autenticidad del producto y rechazar las imitaciones de las marcas de prestigio. Sin embargo, la mayor confiabilidad y prestigio que ofrecían las marcas extranjeras era un impedimento para los industriales chilenos.