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Encíclica Humanae Vitae

Promulgado por el Papa Pablo VI en julio de 1968 y destinado a guiar la vida de la comunidad cristina frente a los cambios que se estaban produciendo en el ámbito de la familia y la reproducción, en este documento pontificio se rechazaba la utilización de todos los medios artificiales, ya fuesen químicos o físicos, de control de la natalidad, entre ellos los mecanismos abortivos, la esterilización quirúrgica, los dispositivos intrauterinos, las píldoras anovulatorias, o cualquier otro método que intervinieran de manera artificial la actividad reproductiva conyugal.

El Chile, la recepción de la Encíclica produjo reacciones diversas en la opinión pública, sobre todo, entre los católicos. En este sentido, el Cardenal Raúl Silva Henríquez señaló que el objetivo principal del documento papal era desarrollar la paternidad responsable más que la sola prohibición del uso de métodos artificiales de control de la natalidad. Para las mujeres católicas y para algunos teólogos de la Universidad Católica, la Encíclica no tomaba en cuenta las condiciones y preocupaciones reales que experimentaban la comunidad católica y la sociedad en general.