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Control de la protestas populares

Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, aumentaron progresivamente las manifestaciones públicas, propiciadas por la consolidación de los movimientos sociales. Frente a las protestas callejeras y a la paralización de las labores, los gobiernos de la época enviaron a batallones militares a reprimirlas. El uso desmedido de la fuerza y los muertos que causaba este tipo de intervención terminó por socavar las bases de legitimación de la elite política tradicional, como sucedió con las matanzas de Santa María, La Coruña y San Gergorio.

En esos años, la policía urbana comenzó a tomar parte en el control de las protestas e incluso llegó a arbitrar algunos conflictos laborales bajando sistemáticamente los costos humanos y políticos de una intervención militar de carácter represiva. En ese sentido, la organización de cuerpos policiales modernos está íntimamente ligada al surgimiento de la llamada cuestión social, la ampliación de la democracia electoral y los movimientos de masas.